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Se presentará una teoría general de administración de instituciones, que quizás en un comienzo parezca vaga y abstracta, pero que en la medida que discutamos su aplicación, se revelará como muy práctica y útil, especialmente en el caso de tener que ejercer liderazgo en instituciones psiquiátricas, ya sea como director de hospital, jefe de servicio, de equipo o de un grupo profesional.

Luis Gomberoff

   

 

La teoría del sistema abierto

Se presentará una teoría general de administración de instituciones, que quizás en un comienzo parezca vaga y abstracta, pero que en la medida que discutamos su aplicación, se revelará como muy práctica y útil, especialmente en el caso de tener que ejercer liderazgo en instituciones psiquiátricas, ya sea como director de hospital, jefe de servicio, de equipo o de un grupo profesional.

La teoría en la que Kernberg, basa su argumentación, es la denominada:

 

Teoría del sistema abierto

 

Esta se funda en los trabajos de Kenneth Rice y del Instituto de Relaciones Sociales de la Clínica Tavistock de Londres.

También en las contribuciones a la Psicología de Grupo de Bion y Turquet y las de los teóricos del desarrollo industrial del así llamado Club de Roma.
Es decir, se trata de un conjunto de teorías de administración que han tenido aplicación en psiquiatría, educación, industria y que supuestamente podría aplicarse a muchos tipos de instituciones.
Esta teoría de sistemas distingue en principio dos tipos de sistemas generales: abiertos y cerrados.

 

Sistemas cerrados.

 

Son aquellos que han llegado a una estabilidad completa, donde no existe intercambio entre ellos y su entorno.
Han llegado a un punto, por decirlo así, de petrificación.
Una piedra sería un buen ejemplo de un sistema relativamente cerrado, ya que es un ente con límites claros, que no tiene interacción con el ambiente, que es totalmente estable y que se mantiene idéntico a sí mismo a través de cientos o miles de años.
Por supuesto que esto es una ilusión, ya que si miramos esto desde una perspectiva geológica, las piedras son sistemas muy activos, pero desde un punto de vista práctico esta imagen resulta ilustrativa.

 

Sistemas abiertos.

En contraste, una célula, o en general todo organismo vivo, es un sistema abierto, en el sentido de ser un ente que también tiene límites
-una membrana en el caso de la célula-, que separa al sistema del ambiente.
Pero una célula sobrevive sólo a través de un intercambio muy activo con su 
entorno y a pesar de que parece ser totalmente estable, sabemos que está en cambio continuo y que en realidad es una estabilidad en equilibrio dinámico, caracterizada por el:

Ingreso, transformación y expulsión de materiales que entran y salen de ella

Por otra parte, una escuela es un organismo social que obedece a las mismas leyes.

Se podría decir que una escuela es un edificio en el que dice "escuela", pero sabemos que no es sólo el edificio, también son los profesores, estudiantes y familiares, y a pesar de que la escuela es siempre la misma, hay un intercambio continuo.
Por un lado entran estudiantes ignorantes, profesores ingenuos, familiares esperanzados.
Se producen dentro todo tipo de procesos y al final salen estudiantes sabios, familiares satisfechos y profesores desilusionados.

La dinámica de un sistema abierto deriva, entonces, de un intercambio cuyos aspectos son:

Entrada, procesamiento, salida (input, throughput, output)

La teoría de sistemas abiertos considera las leyes generales de todas las organizaciones sociales de carácter abierto y supone que estas son típicos sistemas abiertos.

La teoría de sistemas abiertos supone que todos los sistemas vivos están en una relación concéntrica y jerárquica.
Así por ejemplo la célula que es un subsistema se agrupa en órganos para
conformar sistemas los que organizados forman un suprasistema que es el organismo
El ser humano como organismo, es un suprasistema biológico, pero desde el punto de vista social el mismo es un subsistema que se agrupa en equipos, como sistemas de una institución social, que a su vez se incorporan al suprasistema de la organización social total.
Entre individuo, grupo e institución, hay una relación jerárquica de subsistema, sistema y suprasistema y la teoría de sistemas abiertos pretende establecer leyes generales del funcionamiento de estos sistemas jerárquicos aplicables a todos ellos.
Sugiere también que estas leyes tienen la utilidad de que permiten manejar a cada uno de estos sistemas en relación a los supra o infrasistemas que lo componen.
Desde el punto de vista de teoría administrativa, no vamos a hablar de sistemas jerárquicos en el plano biológico sino que lo vamos a hacer exclusivamente en el plano social, donde los individuos son subsistemas, los grupos son sistemas y las organizaciones son suprasistemas.
De hecho, usaremos a la organización como el sistema principal al cual nos vamos a referir.
Cada sistema es entonces al mismo tiempo subsistema y suprasistema de otros.
La teoría de sistema general supone que cada uno de estos sistemas es dinámico, o sea que se encuentra en un equilibrio dinámico derivado del intercambio constante con su ambiente y puede sobrevivir solamente si lleva a cabo ciertas tareas fundamentales.

 

Tareas fundamentales de una organización psiquiátrica en el marco de la teoría de sistemas abiertos

 

En una organización social, las tareas fundamentales son las que le han dado existencia. Si no las cumple, el sistema muere.
Tomemos el ejemplo de una fábrica que produce zapatos.
Es un sistema abierto al que entran capitales, materia prima, obreros, gerentes, técnicos, etc.
Y..... salen productos al medio ambiente.
Si la fábrica que produce zapatos no es capaz de producirlos de una calidad suficiente y a un precio razonable como para que se vendan, esta fábrica va a desaparecer, se va a destruir.
En el caso de un hospital psiquiátrico, sea universitario o privado, la tarea fundamental es dar excelente tratamiento a pacientes psiquiátricos hospitalizados.
En el caso de un hospital psiquiátrico universitario, la situación es más compleja todavía. Aquí la tarea es dar excelente tratamiento al paciente por una parte y por otra educar a profesionales en salud mental y realizar investigaciones que aumenten el conocimiento en psiquiatría.
De hecho, hay algunos hospitales psiquiátricos cuya tarea fundamental es la de investigar y si no lo hacen la universidad los descalificaría.
Hay otros hospitales psiquiátricos para los cuales lo más importante es tratar bien a los pacientes. La educación y la investigación son aspectos secundarios.
Por ejemplo los hospitales de los diversos estados en EE.UU. tienen por tarea fundamental tratar a pacientes. El aspecto de educación e investigación es secundario.
Si por ejemplo estos hospitales no llevaran a cabo ninguna investigación ni impartieran enseñanza pero trataran muy bien a los pacientes, podrían sobrevivir.
Pero si ocurriera a la inversa, a pesar de que se hiciera una excelente educación e investigación, lo más probable es que se terminaría por cerrarlos.
En la práctica, por supuesto, hay hospitales que tienen varias tareas que simultáneamente son importantes, y en este caso las tareas fundamentales se constituyen en limitaciones mutuas.
El director de un hospital psiquiátrico tiene que pensar cuáles son las tareas fundamentales que es necesario ejercer, controlar o dirigir y en qué sentido estas tareas se limitan mutuamente.
Cuando diferentes funciones se limitan mutuamente es importante resolver los conflictos entre estas tareas, analizándolos y estableciendo prioridades.
Al establecerlas se soluciona el conflicto entre tareas fundamentales y el hecho de que se limiten mutuamente.
Sin embargo, más allá de esto, existe otra limitación para las tareas fundamentales de los hospitales que surge de la limitación de los recursos existentes.
En la práctica los recursos son:

 

Recursos humanos (gente, personas).
Recursos materiales (edificios, maquinarias, muebles),
Recursos financieros (capital, reposición, inversiones).

 

0 sea, las tareas fundamentales también están limitadas por los recursos existentes.
Por lo tanto, las tareas fundamentales en la dirección de un sistema serían:

a) Establecer cuales son las tareas fundamentales.

b) Identificar las limitaciones para ejercer estas tareas, derivadas de las contradicciones internas entre ellas y las disponibilidades de recursos.
c) Y finalmente definir las prioridades, con la decisión de llevar a cabo ciertas tareas sobre la base de la consideración combinada de tareas y limitaciones.

La función que lleva a cabo este tipo de pensamiento es la llamada:

 

Función de control del sistema

 

Que coincide prácticamente con la administración de este sistema.
Entonces cada sistema tiene un sistema de control que en el caso de una institución social es:

La administración.

Para aclarar esto un poco más, podríamos decir que así como en el caso del individuo, es el yo quien ejerce la función de control, en el caso de una institución, es el administrador, el director administrativo o el director ejecutivo.

La teoría de sistemas, describe por lo tanto, una serie de funciones de control que tiene que ejercer la entidad que está llevando a cabo este tipo de análisis.
También describe condiciones del liderazgo e una institución basadas en las tareas fundamentales, el estudio de las limitaciones y el establecimiento de prioridades.

La teoría de sistemas abiertos sugiere que:

La función de Control está situada en un lugar muy preciso que es el límite entre el sistema y su ambiente.

En el caso de] individuo, el yo es el límite entre sistema interno (la realidad psíquica interna del individuo) y el ambiente externo.

En el caso del grupo es el líder el que está sentado en la función de control entre el grupo y el mundo externo.
En el caso de un hospital es la dirección la que está en el límite entre el hospital y el mundo externo.
En la práctica la función de liderazgo es de control de límites de la institución.
Por si esto parece un poco arbitrario, veamos un ejemplo ilustrativo:
Un jefe de un servicio psiquiátrico que tiene a su disposición 50 camas, una serie de médicos y enfermeras a su cargo, pero que no tiene nada que decir sobre qué tipo de pacientes van a ingresar a este servicio, cuántos, con qué enfermedad y por lo tanto con qué frecuencia van a presentarse complicaciones que exigirán de todos los recursos internos, o sea, un jefe de servicio que no tiene nada que decir sobre quién se va a hospitalizar ahí y quién no, esto significa en la práctica que este jefe va a tener una crisis rápidamente en su servicio porque si se hospitalizan para las 50 camas, cincuenta psicópatas agresivos y violentos, una semana después puede suceder que sea imposible manejar el servicio ya que él no dispone de los medios de control para este tipo de pacientes.
Lo mismo ocurre si un jefe no puede controlar quiénes son las personas que van a trabajar en su servicio, y que estando capacitado, por ejemplo, para calificar a enfermeras, esto no influye en el hecho de si ellas seguirán en el servicio o si se les pagará más o no.
Es obvio que su control sobre enfermería va a ser nulo y a la larga habrá serios conflictos entre enfermería y otros aspectos del funcionamiento del servicio disminuyendo así enormemente su autoridad.
En otras palabras, el no control del límite de ingreso y salida y de los recursos internos del sistema, crea el peligro de una ruptura en el sistema abierto, lo cual se traduce como síntoma inmediato en problemas de moral.
La pérdida de la función de control, dice la teoría, se manifiesta en el caso del individuo en enfermedad mental ya que cuando él pierde esta función se descompensa.
En el caso del grupo, si el líder pierde el control se produce caos.
En el caso de la organización, la pérdida de control se manifiesta de inmediato con síntomas de pérdida de moral de la institución, con la consiguiente baja en la eficiencia de todo el funcionamiento de ella.

 

Límites de aplicación de esta teoría

 

¿Cuáles son los límites de esta teoría en cuanto a su aplicación al mundo social en general?

Esta teoría y los requisitos de liderazgo que veremos después, no tienen ningún valor en el caso de un conglomerado social que tiene límites infinitos, o sea instituciones cuyos límites no se pueden determinar.

Un ejemplo de esto podría ser el alcalde de una ciudad, que está a cargo de un sistema, pero con límites infinitos, en el sentido de que una ciudad posee límites geográficos pero tiene una población que fluctúa, tiene muchas instituciones, escuelas, sanidad pública, policía, alcantarillado, correos, etc.
Esto hace que en la práctica, la función alcaldicia, aun cuando en ella todavía rige un sistema, por su infinidad de límites, la teoría que estamos proponiendo pierda su valor y su dirección obedezca más a leyes de tipo político que técnico, como son las derivadas de esta teoría.
La técnica del liderazgo que trataremos a continuación, sólo es posible cuando el número de límites es finito, definible y controlable.
Sirve todavía para una empresa, para un hospital, pero no para un ministerio, porque el número de límites del territorio cubierto por él es tal que la teoría ya no es aplicable.
Es decir, el número de límites, de fronteras, tiene que ser claro, limitado.
De esto surgen las diferencias entre la aplicación de teoría de sistemas y de funcionamiento político.
De lo que se ha dicho hasta aquí se deducen una serie de reglas prácticas para el director de una institución, servicio, hospital, cátedra, industria o escuela.

 

FUNCIONES DE LIDERAZGO

 

Considerando las limitaciones que hemos enunciado anteriormente, las funciones de liderazgo incluyen:

Definición de:

Tareas y objetivos fundamentales, de las limitaciones y establecimiento de soluciones de compromiso y prioridades

Por ejemplo, el director de un hospital psiquiátrico tiene que saber exactamente cuáles son los recursos de personal que posee, cuáles son sus recursos físicos, cuáles son los recursos técnicos, para lograr así establecer cuáles son Ios tipos de pacientes que se puede atender, en qué tiempo, en qué forma y cómo distribuir los recursos para la óptima atención de ellos.

Siempre las limitaciones están dadas por los recursos que limitan el cumplimiento de las tareas; sólo se pueden desarrollar algunas, las que deben priorizarse, lo que finalmente posibilita llevar a cabo la tarea esencial, de control Interno tanto de la entrada, como del procesamiento y la salida del sistema que administra.

En esto importa enormemente evaluar cuál es el ambiente externo e interno, ya que hay diferentes organizaciones estructurales del sistema que deben establecerse según el tipo de ambiente externo e interno que uno encuentre.
Por ejemplo, un director de un hospital psiquiátrico que está en medio de una sociedad estable, tradicional, tranquila, donde nada cambia, donde el tipo de paciente que entra es siempre el mismo, puede permitirse el lujo de delegar muchas funciones, rutinizarlas, porque las exigencias van a ser siempre las mismas, por lo que el hospital tiene una tremenda libertad interna de hacer las cosas en forma estable, lo que permite delegar y descentralizar.
Por el contrario, si el mundo externo está en turbulencia extrema, con cambios rápidos, es importante centralizar la dirección, porque vienen nuevos reglamentos, nuevos requerimientos, el ambiente impone presiones externas que exigen redefinir rápidamente tareas esenciales y limitaciones.
Lo anterior equivale a la necesidad de:

Controlar permanentemente los límites de la institución, estableciéndolos, restableciéndolos y vigilándolos

 

La organización interna del trabajo

 

Especialmente una delegación adecuada de autoridad con el fin de permitir la máxima utilización de todos los recursos internos.
Delegación de autoridad significa varias cosas:

Claridad y estabilidad.

Quiere decir que el director del sistema tenga autoridad clara y estable, ya que si no la tiene no está en condiciones de delegarla y si trata de hacerlo, rápidamente se encuentra con el caos.
Pero asumamos que el director tiene autoridad y ésta se tiene que delegar.
En este caso, la delegación tiene que ser ante todo clara, de modo que la persona que la recibe sepa qué es lo que tiene que hacer.
Debe ser también estable, porque si se delega autoridad, después se retira y luego se vuelve a delegar, la persona que la recibe no sabe nunca cuánta tiene, no se atreve a hacer nada, constituyéndose en un fracaso.

Publicidad sin ambigüedad.

Todos tienen que saber claramente quién tiene y qué autoridad para poder así dirigirse a esa persona.
Si la delegación no es pública se produce una enorme pérdida de tiempo.
Por lo tanto la delegación tiene que ser pública y no ambigua en el sentido que no haya sobreposiciones de delegación, que no dejan en claro quién es la persona con quien hay que lidiar en ciertos problemas.

Significatividad.

La delegación además tiene que ser significativa.
Si como director delego a mi jefe de clínica la responsabilidad de contar el número de bebidas para los pacientes y esa es toda la función que tiene como jefe, eso no tiene ningún significado.
Delegación insignificativa no es delegación sino ilusión.
Control.
Por otro lado, delegación de autoridad no es lo mismo que abandono de la responsabilidad, por lo que es importante que la delegación se acompañe de inspección.
Por ejemplo, si el director de] hospital le dice a alguien: "Usted será jefe del servicio A", le está delegando una responsabilidad.
Si después de eso no habla más con él en los próximos diez años, es que no se preocupó más del servicio A.
Eso no es delegación sino que abandono de responsabilidad y de autoridad.
Por otro lado, si le dice: "Usted será jefe del servicio A", y luego va todos los días a decirle:
"Bueno, y ¿cómo está el servicio A, y cómo está ese señor?".
Esto tampoco es delegación ya que la delegación tiene que ser significativa, con lapsos en que la persona que la asume pueda trabajar independientemente.
Esta función la podemos resumir en:

Proveer información y retroalimentación informativa, junto con controlar la delegación de autoridad

 

Protección de la estructura funcional administrativa

 

En la práctica, cuando se produce delegación y subdelegación, se va actualizando un organigrama, en que todo el sistema abierto está organizado en forma de subsistemas de trabajo, cada uno con un líder que tiene autoridad delegada y en el cual todas las delegaciones confluyen hacia la autoridad total del director del hospital.
Así, por ejemplo, en un hospital cuyo líder es su director, este controla todos los límites y dispone una serie de delegaciones de autoridad, las que van de él a los subdirectores, de estos a los jefes de servicio y finalmente de estos a los equipos de trabajo.
Ahora bien, si existen aspectos del trabajo que están controlados externamente y que influyen directamente en el interior del hospital, esto significa que inmediatamente se distorsiona toda la delegación, toda la autoridad y se produce el caos.
Por lo tanto, el único modo de hacer un organigrama funcional es teniendo el control total, ya que si no es así, la función se pierde.
Por ejemplo, si la función educativa de un hospital psiquiátrico no está centralizada en él, sino que viene directamente desde las universidades, a través de funciones docentes de profesores que trabajan dentro del hospital, esto significa que el director del hospital puede organizar conferencias y otras actividades educativas, pero cuando surge algún conflicto entre el tiempo dedicado a la educación y a atención clínica, aparecen problemas por cuanto no hay un control completo de la institución.
Idealmente, un líder de una institución debiera ser capaz o debiera permitírsele negociar el control total de los límites de la institución.

Recapitulando acerca de lo ya dicho:

La persona con autoridad debe tener una clara conciencia del todo.
Por supuesto, es indispensable que la persona a cargo, en la punta de la pirámide, tenga claras las tareas y los objetivos fundamentales de la institución, las limitaciones que esos objetivos se dan mutuamente y las dadas por los recursos.
La persona a cargo tiene que estar en el límite entre lo externo y lo interno, porque ese límite controla tanto la entrada como la salida del sistema.
Ese límite permite la evaluación de lo que viene de afuera que son los recursos y lo que va hacia afuera que son los productos.
Esto se refiere a lo que se ha denominado: 
Administración por objetivos y resuItados,

que es otro modo de decir: manejo según las tareas y objetivos fundamentales y evaluación de si éstos se han cumplido por el resultado del funcionamiento del sistema y por el producto, por la salida, la exportación.

Sólo el que está en la frontera puede controlar importación, transformación y exportación.

Comunicar y representar mutuamente la atmósfera externa e interna del sistema que lidera (medios interno y externo) Es una función fundamental.

 

Siempre hay recursos limitados. Si fueran ilimitados todos podríamos ser líderes.
Si hay infinita cantidad de pan y vino, simplemente darle a cada uno una botella y un pan y todos dirán "estamos perfectos".
Desgraciadamente, en todas las realidades sociales hay recursos limitados. Esto es así en todos los países del mundo.
De ahí que un buen liderazgo consista en la máxima adecuación de los recursos a las funciones y tareas.
Un director de hospital sabe que hay falta de recursos y que esto se agravará. Se va recortar el presupuesto en un 5%. Ahí él tiene la responsabilidad de juntar a todo el staff y decirle: "Miren señores, nuestro presupuesto va a estar disminuido en un 5% el año próximo".
Todo el mundo dice:
"Pero ¿cómo?, eso es imposible, vamos a la calle a protestar".
Entonces el jefe del hospital puede decir:
"Miren, esto es lo que yo he hecho institucionalmente hasta aquí para controlar la situación. ¿Ustedes piensan que puedo hacer algo más?".
Entonces ellos dicen:
"Bueno, al diablo la institución, vamos a actuar como ciudadanos protestando".
La protesta ciudadana ya no es función concreta de la institución, es una actividad política, está fuera del margen de esta teoría.
El director debería decirle al staff:
"Ustedes como seres políticos pueden hacer lo que quieran, eso es asunto suyo. No me voy a meter en eso. Sólo les puedo decir, como director de esta institución, que esto es lo que he hecho. Si ustedes creen que debería hacer más, díganme qué y estaré encantado de hacerlo".
Ahí comunica a la institución interior cuáles son las limitaciones que tiene desde afuera, pero hace algo más, que es muy difícil para un director de institución.
Tiene que defender el grupo externo y decir: "Miren, nos han limitado el presupuesto porque no hay dinero y ésta es la información que yo tengo".
0 sea tiene la responsabilidad de ir a su grupo interno defendiendo el grupo externo y a su vez, cuando va al grupo externo, por ejemplo al ministerio que da el dinero, tiene que decir: "Miren, ésta es la situación de mi hospital, que es pésima. Esta es la realidad"; allí actúa representando a su grupo interno.
Esto mismo vale para los jefes de servicio.
El director le dice a uno: "Mire, en su servicio todas las cosas andan mal".
Entonces, él dice:
"No, lo que pasa es que nos han obstaculizado, la mitad de nuestros pacientes son paranoideos agresivos y hay tres enfermeras sujetándolos y simplemente todo el mundo está agotado y nadie puede hacer ninguna otra labor".
0 sea, el jefe de servicio tiene que representar a su grupo interno frente a Ia autoridad, el director del hospital y a la vez, cuando va de vuelta a su servicio, decir:
"Hablé con el director del hospital que me dijo tal y cual cosa, por tal y tal razón".
0 sea, hay una función de coraje, de valentía, que es fundamental.
Esto es lo que se llama: 
Negociación a través de límites de sistemas o límites de subsistemas.

La actitud opuesta es nefasta.

Va el jefe de servicio donde el director del hospital y le dice: "Ah, esta gente que trabaja conmigo, son todos unos flojos empedernidos, son terribles" y después va de vuelta a su servicio y dice: "El director del hospital no entiende nada, es un tipo totalmente volado".
En un plazo breve, el director del hospital y también la gente de su servicio lo van a querer, todos van a creer que es una persona magnifica.
A la larga, eso aumenta la paranoia entre el director del hospital y el servicio y va a terminar en destruir la función del líder.

 

Otras funciones fundamentales son:

Velar por el cumplimiento de los objetivos, por el producto que en el caso del hospital es tratamiento adecuado de pacientes.


También por la educación del staff y por la investigación.

 

DIMENSIÓN PSICOLÓGICA E INTEGRIDADEN EL ESTILO ADMINISTRATIVO

 

Aspectos de personalidad en el líder

 

Introducción.

El tema se refiere al impacto de la personalidad y los valores morales del líder sobre la estructura de la organización.
Desde el punto de vista histórico hemos dado una vuelta completa, ya que en el siglo pasado y a comienzos de éste, el pensamiento sociológico sostenía que lo más importante del liderazgo era la personalidad del líder, postura que fue gradualmente reemplazada por la concepción moderna, "funcional", en la que no privilegiamos la personalidad en sí, sino los aspectos instrumentales de ésta, el comportamiento y conocimiento que posee el líder.
Creemos que la personalidad puede ser utilizada de muchos modos por el líder de una organización.
El enfoque aquí va a estar centrado justamente en la personalidad, los valores y atributos morales e intelectuales del líder, en contraste con una análisis de la psicopatología caracterológica de éste.

 

Bibliografía sobre el tema

 

En la historia del psicoanálisis es interesante el hecho de que la influencia de la personalidad del líder se dejó completamente de lado.
En Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921), Freud describe los mecanismos psicológicos que determinan la transformación de individuos en una masa:

La proyección del Superyó individual sobre el líder.

La identificación mutua entre todos los miembros de la masa y la sensación de poder que provee esta unidad.
Y la liberación de las prohibiciones y restricciones del Superyó a medida que éste (superyó o ideal del yo) es proyectado sobre el líder, que así aparece como la conciencia de la masa y ésta, por lo tanto, se puede entregar libremente a sus impulsos instintivos, especialmente agresivos, siguiendo las directrices del líder.

En este libro, sin embargo, la personalidad misma del líder queda nebulosa.

 

W. Bion, en sus escritos sobre la psicología de los grupos pequeños nos habla sobre la regresión en estos grupos y sus supuestos básicos:

grupo de dependencia, grupo de lucha - huida y grupo de apareamiento.

Estos grupos regresivos tienden a seleccionar líderes que lleven a cabo la función requerida por el grupo.

Por ejemplo: en el grupo pequeño funcionando con el supuesto básico lucha-huida habrá una búsqueda de un líder paranoideo.
En el grupo dependiente de uno narcisista y en el de apareamiento, una pareja (no necesariamente heterosexual) que esté relacionándose de un modo que pueda ser interpretado como sexual por el grupo.
En este autor nuevamente la psicología misma de la personalidad del líder queda en la oscuridad.

 

Por último, en los estudios psicoanalíticos sobre la psicología de grupos grandes, los trabajos de K. Rice y de R. Turquet, nuevamente aparece muy poco sobre la personalidad de los líderes que emergen bajo estas circunstancias.
 

En cierto sentido, esto pudiera interpretarse en los casos de Freud y Bion, como una medida contrafóbica, porque no cabe duda que Freud fue un líder fuerte y poderoso que exigió lealtad a sus seguidores (en el libro de Francois Rustan, "Un Destino tan Funesto", aparece un análisis de la influencia de la personalidad de Freud sobre el funcionamiento de grupos e instituciones psicoanalíticas hasta el presente y si uno lee cuidadosamente a Bion encontrara que en sus escritos aparecen descripciones del individuo excepcional (menciona como ejemplo a Isaac Newton), el individuo que él llama "el místico", que tiene una cierta tendencia a aislarse, esotérico y dedicado a las matemáticas.
Todos lo que hayan conocido a Bion personalmente no tendrán ninguna duda de que éstas eran sus características personales: una actitud esquizoidea, aislada, un poco esotérica, sumamente interesado en las matemáticas y con una capacidad para manejar grupos casi demagógica.
Lo mismo ocurre en el caso de K. Rice, que elimina el aspecto de personalidad del liderazgo, pero cuya personalidad ha influido en el estilo de las conferencias de relaciones de grupos de la Tavistock.
Esta actitud contrafóbica ha ido cambiando gradualmente con los estudios psicoanalíticos sobre organizaciones que han señalado la importancia del líder carismático y del líder de consenso.
Abraham Saleznick ha publicado bastante sobre lo anterior, pero sin analizar en profundidad de dónde deriva el líder carismático o de consenso, discutiendo más sobre el impacto de éste en la organización.

 

Harry Levinson, al estudiar las transferencias edípicas características de la relación del staff con el líder de una organización, ha puesto en un punto central nuevamente cómo aspectos reales del líder influyen en la naturaleza de estas transferencias.
El mismo Kernberg ha tratado de describir la influencia de la personalidad del líder y especialmente ha hablado del líder obsesivo, del esquizoideo, del paranoideo, del narcisista y de las influencias de las tendencias obsesivas, esquizoideas, paranoideas y narcisistas en el estilo de administración.
También ha señalado cómo se producen influencias regresivas sobre el líder a partir de la organización, porque ésta estimula tendencias narcisistas y agresivas del líder al sentirse tratado como una figura paternal, idealizada y temida, cosa que puede tener un efecto bastante devastador sobre la organización.
La frustración del líder, proveniente de la incapacidad de satisfacer sus propias tendencias dependientes en la organización, puede llevarlo a regresiones (el alcoholismo de altos jefes industriales en países desarrollados es una ilustración casi legendaria de esto) y también por supuesto el líder puede ser tentado por las seducciones sexuales que operan dentro de la "política sexual de las organizaciones".
en la que es tratado simbólicamente como jefe de la "horda primitiva", dueño de todas las mujeres y puede ser inducido a conductas sexuales dentro de la organización que responden a estas tentaciones y que a la vez tienen un efecto regresivo sobre la organización.
No hay duda que los grupos regresivos tienden a seleccionar líderes con características de personalidad que corresponden a necesidades del grupo.
El grupo lucha-huida selecciona líderes paranoideos, el de dependencia, líderes narcisistas, y los grupos mesiánicos, de apareamiento, un liderazgo que da la promesa de un futuro ideal que este líder esta inaugurando.

 

Una contribución más reciente sobre la importancia de la personalidad del líder es la de Didier Anzieu y la de Janine Chasseguet-Smirguel en Francia.
Ellos han hablado sobre las funciones pseudopaternales de líderes de grupos primitivos.
Anzieu ha señalado que muchas veces el líder de grupos pequeños y grandes regresivos, es un "mercader de ilusiones" que aparenta ser una figura paternal, que "promete el milenio", y que apoya y hace permanentes sólo las ilusiones del grupo.
Un individuo dispuesto a engañarse a sí mismo y a los demás para así mantener la ilusión de seguridad y de futuro del grupo.
Esto corresponde en un plano muy profundo no a una imagen de padre edípico sino que a una madre preedipica, protectora, con alimento, leche y amor inagotables que provocan seguridad y que defiende de la realidad.

 

Estas serían las contribuciones psicoanalíticas al estudio de la personalidad del líder y su impacto en la organización

 

Influencia de la personalidad del líder en la organización y capacidades necesarias para el liderazgo

 

En los trabajos sobre psicología organizacional de K. Rice y su escuela, que han aplicado estas teorías psicoanalíticas, siempre ha faltado una dimensión del impacto a largo plazo de la personalidad propia del líder, en contraste con los aspectos de su personalidad inducidos, acentuados o exagerados por la presión de grupo.
 

Katz y Kahn, en su texto clásico sobre psicología organizacional, han señalado que todas las teorías funcionales de administración pecan por no tomar en cuenta la forma en que la personalidad del líder distorsiona todos los canales administrativos, y que esa distorsión es indispensable porque no existe un líder perfecto y la naturaleza de su personalidad tiene que influir en la organización.
Si el líder es capaz y excelente, a pesar de tener problemas de personalidad, la organización con el fin de no perder un líder de calidad, necesariamente tendrá que adaptarse a él.
Katz y Kahn sugieren una distorsión parcial de la estructura administrativa para absorber las distorsiones producidas por la personalidad del líder.
Sobre la base de su experiencia personal, a Kernberg esto último le parece indispensable.
Es cierto que lo ideal sería tener un líder perfecto, sin problemas, pero esto es una ilusión.
Más adelante veremos que los buenos líderes, a medida que las organizaciones son más grandes y complejas, cada vez son más difíciles de encontrar.

 

Clásicamente se pensaba que los líderes nacían como personas carismáticas, con capacidad de entusiasmar a otros haciéndolos seguirlos.
Después, en contraposición a lo anterior, se pensó que los líderes poseen destrezas que pueden adquirirse a través de la educación.
En este momento se acepta que hay una combinación de destrezas que se pueden adquirir y características de la personalidad que son importantes para el liderazgo.
Hemos mencionado algunas de las destrezas que se pueden adquirir, como el conocimiento para llevar a cabo todas las funciones que describimos antes.
En cuanto a aspectos de personalidad se han señalado dos fundamentales:

 

Capacidades conceptuales y Capacidades humanas

Veremos todo esto en conjunto.

¿Qué capacidades necesita tener un líder?:

 

Capacidades técnicas.

Se refieren a las técnicas específicas para lograr los objetivos o cumplir las tareas de una organización.
En general, mientras más cerca se esté del producto final, más importantes son las capacidades técnicas.
Por ejemplo, un supervisor inmediato al proceso de poner las suelas de los zapatos tiene que saber muy bien eso.
El gerente de la fábrica tiene que saber mucho menos de esas técnicas.
El jefe de un equipo quirúrgico tiene que saber operar, un director de hospital general tiene que saber en general de qué operacionales se trata, pero no necesita dominar técnicas quirúrgicas.
Un director de hospital psiquiátrico tiene que saber lo que es patología psiquiátrica y tratamiento pero no tiene que ser el psicofarmacólogo más experto de la institución.
0 sea, capacidades técnicas máximas cuando el liderazgo está cercano al producto final, menores para la dirección general del sistema, la punta de la pirámide.
Los líderes en los niveles más básicos de la organización por ejemplo, en un hospital, las enfermeras que supervisan auxiliares, o los médicos jefes de salas deben tener especialmente conocimientos técnicos porque si no sus subordinados no los van a respetar y los conocimientos técnicos no se pueden improvisar, ya que quienes rodean al líder conocen la función a través de su propia experiencia.
Por lo tanto, los conocimientos técnicos allí son fundamentales, y el líder que domina lo que está haciendo, aunque tenga una personalidad imposible, puede mantener el respeto y la consideración de los que trabajan con él.
En este nivel, debido a que el trabajo es concreto e inmediato, no hay exigencias de planeamientos de muy largo plazo por lo que las capacidades conceptuales no son tan importantes.

 

Las capacidades humanas (como comprender a la gente, poder diferenciar entre las personas que pueden y las que no pueden trabajar y crear una atmósfera humana dentro del trabajo) son importantes en todos los niveles.

 

Capacidades conceptuales.

Se refieren a la capacidad de sintetizar toda la información y transformarla en aspectos esenciales que permitan manejar los problemas relacionados con objetivos, limitaciones, control de recursos, etcétera.
Mientras más arriba se esté en el escalafón jerárquico más importantes son los aspectos conceptuales.
0 sea, líderes que están en una jerarquía alta, deben tener gran capacidad conceptual.
Eso significa tener enorme poder cognitivo e inteligencia.
Este es un problema nacional e internacional porque a medida que las empresas se hacen más complejas hay más y más niveles jerárquicos.
En teoría los que están en la punta debieran ser superinteligentes y cuando esto no sucede, enormes empresas, empresas internacionales, conglomerados, puede que no estén bien dirigidos.
Esta es una tragedia del mundo industrial moderno que fue señalada por E. Jaques.

 

Para un líder de una organización muy grande, que tiene muchos niveles jerárquicos (el director de un hospital grande por ejemplo), los conocimientos técnicos siguen siendo importantes, pero menos que en el caso de los que están más cerca del producto final y en la práctica, el director sabe menos que los jefes especializados que trabajan directamente bajo él.
Un hospital es una organización de dos o tres niveles jerárquicos, pero si miramos hacia industrias o conglomerados internacionales de cinco niveles jerárquicos, este proceso se maximiza y en el caso de un gobierno o una institución estatal, con hasta siete niveles jerárquicos, allí los conocimientos técnicos son los menos importantes.
Los humanos siempre son importantes y las capacidades conceptuales llegan a ser fundamentales.
De hecho, la capacidad conceptual íntimamente ligada a inteligencia, es una función fundamental de liderazgo.
Las teorías psicoanalíticas tradicionales sobre psicología de grupo y organizaciones no han dado la importancia suficiente a los aspectos cognitivos, al nivel de inteligencia del líder.

Ha sido Elliot Jacques quien ha corregido esto con su teoría y sus hallazgos empíricos, definiendo el nivel conceptual como la capacidad de tomar decisiones efectivas a largo plazo, y lo que él llama the decision making time span of authority, que es la duración del lapso de tiempo implicada en el proceso de decidir.
Así, por ejemplo, el jefe de un conglomerado industrial tiene que tomar decisiones para cinco, diez o veinte años y un error en esas decisiones puede tener implicaciones fatales para la organización.
En contraste, un obrero especializado de una fábrica, toma decisiones para no más de una semana, el director de una fábrica para un año y en general el director de un hospital toma decisiones que afectan a la organización entre uno y cinco años.

 

Ilustraremos lo anterior con un ejemplo:
 

A la industria automotriz norteamericana le fue presentado hace veinte años un sistema de control de calidad muy sofisticado, computarizado y oneroso pero que garantizaba que el 100% de los productos de una determinada línea saldrían perfectos.
La industria americana de automóviles, que sólo tiene tres componentes grandes, Chrysler, Ford y GM, decidió en un proceso de consultas informales, no implementar el sistema e invertir el dinero correspondiente en la apariencia exterior de sus automóviles, confiando en que cambios dramáticos de apariencia todos los años (aunque el automóvil continuase siendo básicamente el mismo) surtirían mejor efecto que un mejor control de calidad.
Esta decisión tuvo terribles efectos para la industria automotriz norteamericana, ya que los japoneses sí compraron el sistema e invirtieron enormes sumas en asegurar una calidad uniforme y alta de sus productos.
Hace veinte años el auto japonés se consideraba de lata y desechable y el americano sólido, durable.
Hoy en día es el automóvil japonés el que aparece como sólido y confiable, calculándose que en el futuro el 40% de todos los automóviles vendidos en Norteamérica serán japoneses y europeos.
Estamos hablando de billones de dólares de pérdida causados por una mala decisión.
Esta es una ilustración de la importancia del análisis conceptual en el liderazgo de una organización de muchos niveles jerárquicos y ésta debe ser la primera y más importante capacidad del líder.

 

Capacidades humanas.

Estas son igualmente importantes a través de todo el escalafón jerárquico.
Capacidad humana significa poder relacionarse en forma decente con otras personas, evaluar en profundidad las personas con quienes uno se relaciona y evaluarse a si mismo en la relación con ellos.
Diríamos una buena integración de identidad, una madurez emocional y una actitud humana.

 

Otros aspectos de la personalidad del líder

 

Son ciertas características de personalidad que favorecen y al mismo tiempo ponen en peligro el liderazgo.
Estos rasgos pueden sorprender.
Es conveniente que el líder tenga una cierta cantidad de narcisisino y paranoia.
Ni muy poco, ni excesivo.
También una dimensión moral en su estilo administrativo.

 

Narcisismo.

Capacidad de absorber tendencias narcisistas pero sin que éstas lo destruyan, lo que exige un narcisismo fuerte, pero no patológico, en el líder.
Un narcisismo sano permite al individuo sobrevivir cuando todo el mundo está descontento con él y lo odia.
Muchas veces el líder está solo, y tiene que aprender a estar solo y tolerarlo.
Hay una sensación de soledad que es peligrosa porque favorece regresiones en el liderazgo, y ya es legendario que los jefes de industrias son propensos al alcoholismo y todo tipo de enfermedades psicológicas y psicosomáticas.
Entonces, una tendencia narcisista suficiente que perrnita al líder ser relativamente independiente de los grupos y de la confirmación, es importante para el liderazgo.
Por supuesto que si el narcisismo es excesivo o patológico, produce consecuencias desastrosas, porque entonces el líder sólo puede sobrevivir si todos lo quieren y lo admiran.
Esto significa que no puede escuchar a los que son críticos, tiende a rodearse de aduladores eliminando a todas las personas honestas que lo critican, lo que crea una disminución de la posibilidad de una administración funcional y una gran distorsión de todo el sistema administrativo.
Narcisismo normal implica que el líder tenga suficiente seguridad en sí mismo.
Esta es una seguridad que no necesita en forma defensiva despreciar las opiniones de los demás sino que le permita reconocer errores, ser capaz de sentirse herido porque le demuestran que "metió la pata" y sin embargo tener suficiente seguridad para tolerarlo.
En otras palabras, un narcisismo normal que tolera la agresión.

 

Con narcisismo patológico, la agresión es sentida como un daño para el yo grandioso patológico.
El líder con un yo grandioso patológico, sólo tolera que lo amen y hace todo lo posible para que todo el mundo lo quiera todo el tiempo y un líder tiene que enfrentarse con el hecho de que nunca va a ser querido por todos y todo el tiempo.
Si lo quieren todo el tiempo es porque no está ejerciendo funciones de liderazgo.
Narcisismo normal también implica capacidades de intuición, empatía, conocimiento en profundidad de otras personas y por lo tanto buena selección de los que van a trabajar con él, en contraste con narcisismo patológico que implica la psicología del topo para reconocer la personalidad de otros, una tendencia a elegir "chupamedias" y por ende rodearse de mediocridades sumisas, empujando a la periferia a los que pudieran criticarlo en forma seria.
Narcisismo normal significa que el líder puede tolerar el crecimiento del personal de su organización más allá de sí mismo, sin tener que mantenerlos en un lugar inferior.
En contraste con narcisismo patológico, en que conflictos de tipo envidioso impiden al líder tolerar a los más creativos en su organización, y necesita despreciar a los que trabajan con él, idealizando a los que están en otras organizaciones, cosa que crea terribles problemas en la selección de personal.

 

Tendencias paranoideas.******************

Lo mismo es válido para paranoias y tendencias paranoideas en el líder.
¿Qué significa una tendencia paranoidea normal en contraste con paranoia patológica?
Es importante que el líder no sea ingenuo, que esté alerta a agresiones a conflictos que debe pesquisar relativarnente temprano.

Hay ciertos individuos ingenuos que ven en todo el mundo lo mejor y nunca se dan cuenta cuando se producen las tormentas hasta que estallan.

Esto no es bueno para el liderazgo.
Entonces, el líder no debe ser ingenuo y crédulo como para negar la existencia de agresión en sí mismo y en los demás, ya que al estar consciente de esto se protege contra la agresión.

Debe ser suficientemente suspicaz como para «oler» las tormentas antes de que se le vengan encima.
Si el líder es excesivamente paranoideo, por supuesto que es un desastre.
La paranoia de la institución aumentará enormemente ya que si permanentemente ve en las agresiones que recibe de los demás una conspiración, esto le impedirá analizar cuáles son los reales orígenes de la agresión del grupo.
Una personalidad paranoidea grave, al verse criticada por alguien entre sus subordinados, reacciona con suspicacia y necesidad de venganza, transformando el conflicto en una afrenta personal, perdiendo la dimension de la cuestión de hasta qué punto un individuo paranoideo que lo está acusando, está hablando por un grupo insatisfecho, regresivo.
El líder excesivamente paranoideo, tiende a controlar la agresión con contraagresión autoritaria.
Autoritarismo y paranoia van intimamente ligados.
El líder paranoideo amplifica, por su misma actitud autoritaria y dominante, los efectos percibidos de su propia agresión, en un círculo vicioso que aumenta al máximo la paranoiagénesis de la organización.

 

Integridad moral.

El líder debiera tener la capacidad de integridad moral que lo proteja de la corrupción inevitable en todo funcionamiento organizacional.
Una dimensión adicional es entonces la dimensión moral y nos referimos aquí a que el líder de la institución tiene responsabilidades múltiples.
Tiene responsabilidades frente a los servicios superiores que lo nombraron. Es la responsabilidad administrativa.
En seguida, tiene la responsabilidad con toda la gente a quienes está dirigiendo. Es la responsabilidad de liderazgo.
También tiene responsabilidades profesionales, con su profesión. Por ejemplo, un médico, con los estándares y las éticas de su profesión.
Y por último, tiene una responsabilidad con la sociedad total en cuanto a que ejerce una función social y tiene una responsabilidad también con sus sistemas internos morales.
Esta dimensión de valores y de moral llega a ser muy importante porque existen tendencias enormes a la corrupción en cualquier posición de liderazgo.
El peligro de la corrupción deriva de la situación jerárquica y burocrática, de la necesidad de establecer amistades y alianzas y tratar de favorecer a aquellos que le aseguren al líder estabilidad dentro de la maraña de la institución.
Entonces el líder se vuelve "buena gente" con los que están cerca, que lo apoyan; les da favores especiales y se olvida de los que están lejos, en posiciones inferiores.
Esto crea las situaciones de cortes, de clases privilegiadas, y todos, sin excepción, caen en este peligro.
Un ejemplo: un grupo de secretarias trabaja para un director del hospital. La tendencia natural es subirles el sueldo porque trabajan para él, ellas se lo van a agradecer, él será muy buena gente con ellas y van a hacer más por él. Le interesa mucho menos subirles el sueldo a quinientas otras secretarias que jamás va a ver, que nunca se lo van a agradecer y que van a aumentar los costos en el presupuesto general.
Entonces, la tendencia natural es subirle el sueldo a sus secretarias y, a las demás, subirles un poco menos.
Esto es un ejemplo perfecto de corrupción.
Ser "buena gente" con los que están cerca de uno e indiferente con los que no lo están.
Y la corruptibilidad es universal, es un peligro.
Por otro lado, la integridad moral del líder va a ser sentida por todos los que piden favores como crueldad y dureza.
En este sentido es importante una dimensión moral, porque le da la firmeza al líder para defender la justicia y la objetividad contra los arreglos personales.
Por último, la integridad moral en el líder es absolutamente indispensable porque normalmente existen constantes erosiones de ésta en toda organización humana.

 

Las causas de esto último son:
 

Primero, el proceso político ordinario, necesario para manejar intereses de grupos a través de los límites de los sistemas de trabajo (esto implica que la organización tiene ciertas necesidades).
Estas necesidades se deben negociar con otras autoridades e instituciones y habrá que hacer compromisos dentro de lo posible (política es el arte de lo posible).
El peligro estriba en que en función de los arreglos políticos ciertas necesidades esenciales de la organización se sacrifiquen.
El líder tiene que tomar decisiones a cada momento y saber dónde ponerse firme.
Muchas veces no ponerse firme donde se debe tiene que ver con el conflicto entre el interés personal por mantener buenas relaciones con las fuerzas externas con las que tiene que lidiar, y el interés de la propia organización.
Por ejemplo, en varios estados sureños de Norteamérica, grupos de padres influidos por movimientos religiosos fundamentalistas querían que en las escuelas se enseñaran teorías creacionistas del universo junto a la teoría Darwiniana.
Los profesores jefes, los jefes de educación, pensaban que las teorías creacionistas religiosas no debían compartir el mismo nivel con teorías científicas, pero dependían, sin embargo, en su posición, del apoyo político y financiero de las organizaciones de padres que exigían esta modificación.
¿Cuál era el compromiso ideal? ¿Defender la independencia absoluta de los programas de estudios y correr el riesgo de perder el apoyo financiero de sus organizaciones, o comprometerse para proteger las finanzas de las escuelas?
Esto ilustra el conflicto y la dimensión moral que hay de por medio.

 

La segunda causa de corruptibilidad es que: en organizaciones de varios niveles jerárquicos, la tentación del líder es de gratificar las necesidades de quienes trabajan dírectaniente con él, como ya lo vimos en el ejemplo de los aumentos de sueldos a las secretarias.
 

En tercer lugar el ejercicio del poder lleva consigo enormes tentaciones de controlar la incertidumbre del proceso administrativo en todos sus aspectos, incluso los personales, por un ejercicio no funcional del poder, lo que implica que: el abuso de poder es una tentación constante.
No es que el líder se proponga abusar del poder, sino que más bien no se da cuenta cómo las tentaciones de hacerlo son una dimensión constante de la organización.
La falta de una dimensión moral personal fuerte lleva a una "inocencia" del líder y a graves daños para la organización,

 

Además, y en cuarto lugar, los mismos fenómenos de grupos grandes, que promueven a un líder grandioso (el mercader de ilusiones) favorecen un líder que simplifica todo, tranquiliza a todos y no confronta a la organización con la realidad de limitaciones y conflictos inevitables en todas ellas.
En un libro impresionante y en forma completamente independiente de toda la tradición sociológica occidental, Zinoviev estudió la influencia regresiva de los grupos en la jerarquía de poder en la ex Unión Soviética.
En su libro "The Realíty of Comunism", pone énfasis en la ideología "igualitaria" de los grupos de base del sistema.
El "todos somos iguales, nadie debería tener un privilegio que no tengamos los demás", llega a impedir que los que tienen mejor calidad, que los que son mejores, están mejor preparados, asuman funciones de liderazgo y asegura que sólo la mediocridad puede asumir liderazgo.
Esto, prolongado hasta la cumbre del proceso político, desde el punto de vista de Zinoviev, lleva a un ejercicio del poder absoluto en la cima, que correspondería al deseo inconsciente de la base porque el poder arbitrario en la cima sigue protegiendo contra la envidia a todo el grupo que inconscientemente quiere mantener esta ideología "igualitaria".
Este ejemplo se muestra para ilustrar el hecho que otro de los peligros que lleva a la corrupción en el proceso de liderazgo, puede derivar de las mejores intenciones ideológicas en una organización.
Estamos hablando, entonces, de ideología de grupo y su influencia sobre el proceso administrativo.
Se podría decir que después de todo, lo anterior es bastante obvio y sólo hemos descubierto algo que intuitivamente todos sabíamos.

Sí, pero ahora este conocimiento intuitivo tiene una base más amplia, más científica y basada en investigaciones empíricas y desarrollos conceptuales de la teoría psicoanalítica en este campo.

 

ESTRUCTURAS ORGANIZACIONALES

Distinguimos estructuras funcionales, caóticas y autoritarias.

 

Organización funcional.

Se refiere a lo siguiente:
Para que la delegación se haga en forma adecuada, es importante que la persona que la recibe tenga el poder suficiente para poder ejercer esa autoridad.
Por ejemplo, un directorde hospital le dice al jefe de servicio:
"Usted tiene la responsabilidad de que las enfermeras traten bien a los pacientes en su servicio".
Pero resulta que este jefe no tiene autoridad sobre enfermería.
Entonces se le ha delegado la responsabilidad, pero no el poder suficiente como para decirle a una enfermera que no sirve, que se vaya, para hacerle un sumario o para calificarla mal, etc.
Entonces no existe poder funcional suficiente como para ejercer la autoridad.
Por lo tanto, una estructura funcional es aquélla en la cual existe poder delegado adecuado y, suficiente para llevar a cabo las tareas.

 

Estructura caótica.
Es aquélla en la cual las personas que tienen responsabilidad no tienen poder alguno por lo tanto son completamente impotentes, lo que obviamente significa una ruptura del sistema.

 

Estructura autoritaria.
Es aquella en que el poder disponible excede el necesario para llevar a cabo la función.
Por ejemplo, un jefe de servicio que tiene tal poder sobre enfermería que puede dar las órdenes más absurdas y si éstas no se cumplen, recurre al despido.
Les dice:
"Ustedes mañana vienen todas vestidas con corbata amarilla" y todas tienen que hacerlo porque de lo contrario serán despedidas, aun cuando esto no tiene nada que ver con el trabajo.
0 sea la estructura autoritaria se opone a la funcional en el sentido de que hay una distribución inadecuada del poder, con exceso de poder en ciertos puntos, lo que automáticamente significa falta de poder funcional en otros.
Esto es importante porque en muchas partes existe la ilusión de que la solución para sistemas autoritarios, son sistemas democráticos, y democracia es otra cosa: una forma de gobierno en la cual hay participación igual y libre de todos los miembros, en tanto que administración funcional es una forma técnica de organización social.
Ejemplo, una fábrica en que todos votan si se van a producir zapatos café o negros y cuántos pares y a que precios, no va a sobrevivir mucho tiempo por lo que se sabe de todas las organizaciones económicas, sea cual fuere el ambiente político en el que se desenvuelvan.
0 sea, las decisiones tienen que tomarse para tener un control adecuado de las funciones asignadas.
Esta confusión entre estructura funcional y democrática es uno de los problemas principales, ya que cuando existen organizaciones autoritarias, se producen enormes tensiones, falta de satisfacción y deseos de deshacer la estructura autoritaria, que por la confusión puede llevar a cambios que no solucionan el problema.

 

Origen y ejercicio del poder

El poder en una institución reside en los individuos, existiendo algunos más y otros menos poderosos.

El poder proviene de muchas fuentes, algunas de las cuales están en el individuo mismo, por ejemplo:
Individuos poderosos por su personalidad.
Otra fuente la constituye:
El poder delegado. Por ejemplo, el director de hospital que ha sido nombrado por alguna instancia.
Esta delegación de autoridad va acompañada con delegación de poder y en este caso se trata de un poder administrativo, puesto que el director del hospital tiene autoridad administrativa.
Pero esta autoridad no es la única.
Por ejemplo, si el director de un hospital quirúrgico no sabe nada de cirugía y todos los jefes de servicio son cirujanos calificados, no va a poder juzgar lo que sucede en esa institución.
Entonces, no sólo existe un poder que se recibe de una delegación superior, sino que también existe el poder que da la confianza en el conocimiento del individuo que está a cargo.
0 sea, hay un poder que viene de la autoridad de liderazgo en sí.
Esta es:
Una autoridad de liderazgo, que proviene de todos los que trabajan dentro del sistema y que se combina con la autoridad delegada al líder desde fuera del sistema.
Es decir, idealmente el director del hospital es el individuo que ejerce la autoridad porque posee: 

Aspectos de personalidad que se lo permiten.

La autoridad le ha sido delegada en cantidad suficiente por las instituciones que lo han nombrado en esa posición.
Tiene el respaldo profesional y técnico de parte de toda la gente que trabaja con él.

 

Por lo tanto, el poder que reside en el individuo varía y es importante que al ejercitarlo el individuo tenga muy claro cuál es la cantidad funcional de poder, como para llevar a cabo sus funciones.

Por ejemplo, si el director de un hospital psiquiátrico nombra un jefe de servicio para tratar pacientes con anorexia nerviosa, puede decirle:
"Usted estará a cargo, organícela lo mejor posible, de modo que sea la mejor unidad del país".
Una segunda posibilidad es decirle:
"Quiero que usted esté a cargo de anorexia nerviosa, y a propósito de esto tengo un método para tratarlas, le voy a señalar en qué consiste para que usted lo lleve a cabo".
Se comprende que en el último caso, el jefe de servicio va a actuar simplemente como su subordinado, lo cual no reporta utilidad alguna, puesto que es el mismo director el que está dirigiendo realmente el servicio al no delegar suficiente autoridad y ejercerla en forma autoritaria.
Si en cambio le dice:
"Organice un servicio de anorexia nerviosa y no me hable más del problema en los próximos diez años".
Ahí es posible que ese jefe de servicio posea excesiva autoridad y sufra las consecuencias de esto.

Así, una función fundamental del líder es velar porque se mantenga una distribución funcional de autoridad y evitar concentraciones de poder.

El poder reside en el individuo, pudiendo ser adecuado o excesivo, y se controla idealmente por un análisis funcional del poder requerido para ejercer ciertas funciones.
Autoridad es poder legalizado suficientemente para llevar a cabo las funciones.
Esto aclara las relaciones entre autoridad, autoritarismo, poder, función y análisis funcional, en contraste con sistemas políticos.

 

Derechos de las Personas: medidas correctivas frente a distorsiones autoritarias o caóticas de las estructuras administrativas

 

Al interior de una institución, debe asegurarse a las personas que recibirán un tratamiento justo, objetivo y de respeto de sus derechos personales.
Existen varios sistemas para lograr esto.
El más simple es:

 

Sistema de los tres puntos nodales

Este corresponde a la siguiente estructura:

Un empleado, un supervisor y un jefe en cualquier nivel.
El empleado debe tener el derecho de protestar a su supervisor si éste, a su juicio, lo maltrata.
Si su problema no se soluciona debe tener el derecho de ir al jefe del supervisor en el entendido de que el supervisor está informado por el mismo empleado de que planteará sus quejas al jefe.
También el supervisor debe tener el derecho de quejarse al jefe.
El jefe los puede ver en conjunto o separadamente, pero este proceso debe ser abierto.
De este modo, ésta es una garantía fundamental en toda institución jerárquica, burocrática y que debe protegerse en forma muy cuidadosa.

En segundo lugar, y limitándonos a los hospitales, existen:

 

Organizaciones de profesionales

 

Que dan una posibilidad de protección a sus profesionales al exigir que se mantengan ciertas condiciones, que son las técnicamente aceptadas por esas asociaciones en cuanto al ejercicio de la profesión.
En países donde hay sindicatos de obreros o empleados hospitalarios éstos también ejercen una función similar.

Un tercer medio de control es un:

 

Sistema de responsabilidad de autoridad paralela

 

Con este sistema se ha trabajado bastante en los EE.UU., observándose que presenta deficiencias y ventajas.
Para explicarlo veamos el siguiente ejemplo ilustrativo:
La enfermera jefa está a cargo de todas las enfermeras del hospital, sin embargo éstas trabajan en distintos servicios.
De la enfermera jefa depende, por ejemplo, una enfermera que trabaja también en el servicio A, el cual tiene otro jefe.
¿Quién está a cargo de esa enfermera, la enfermera jefa o el jefe del servicio A?.
La solución ideal es una combinación de autoridad, en la que la jefa de enfermería tenga la autoridad de velar porque la enfermera funcione al nivel en que considera adecuado funcionar dentro del hospital (mantención de un sistema de calidad), pero que al mismo tiempo lleve a cabo las tareas concretas delimitadas por el jefe de servicio, para lo cual delega su autoridad de jefa de esa enfermera al jefe A y es él quien debe ejercer la autoridad en relación a ella con un control interno completo de su sistema.
Si una enfermera está descontenta y piensa que su jefe de servicio es inadecuado, tiene el derecho de ir a quejarse ante su enfermera jefa quien discutirá con el jefe del servicio y entre los dos decidirán cómo resolver el problema.
Si no pueden hacerlo, pasa a la persona siguiente, el director del hospital quien tiene la palabra definitiva.
Estas relaciones paralelas entre profesionales exigen delegaciones de autoridad más complejas, pero si se hacen en forma clara y manteniendo la regla de que sean públicas y estables, es posible hacerlo sin grandes conflictos.

 

Pregunta: Una duda que yo tendría sería que este enfoque es en términos de estructuras piramidales que toman una estructura fundamentalmente jerárquica.
Sin embargo, cada vez más, sobre todo en administración universitaria, pero también en las estructuras de los hospitales como en el último ejemplo que se señalaba, se plantea trabajar con organizaciones matriciales o con redes interconectadas que no significan necesariamente una relación jerárquica.
Esto tiene que ver dentro de la universidad con la organización departamental, en que no hay necesariamente una jerarquía piramidal con el tipo de interrelaciones que se han descrito acá.
¿Puede comentar algo de esto?

 

Dr Kernberg: A mi juicio hay una ambigüedad en la teoría matricial que es un término que se refiere a lo que he explicado aquí como una red paralela de autoridad que se sobrepone y se negocia en el ámbito de cada subsistema.
En el ejemplo que di, ilustré que en último término si el jefe de servicio y la enfermera jefa no pueden ponerse de acuerdo, el director del hospital es el que dice:
"Así es como se va a hacer y se terminó el asunto".
0 sea, la decisión no la toman en conjunto la jefa de enfermeras y el jefe de servicio, sino el director del hospital.
Una posición matricial pura sería decir a la enfermera jefa y al jefe de servicio:
"Miren, ustedes dos tienen que ponerse de acuerdo y no salen de esta pieza hasta que lo logren".
Institucionalmente, esto es un desastre, ya que lleva conflictos crónicos a soluciones de tipo diplomático, político, pero no funcionales.
Creo que toda organización de una institución social tiene que ser piramidal.
Otra cosa es sólo una ilusión, o una solución pseudodemocrática, que lleva a conflictos crónicos y soluciones que distorsionan las necesidades funcionales, porque al final la enfermera y el jefe de servicio se ponen de acuerdo, pero por razones que muchas veces no coinciden con lo que funcionalmente es necesario.
Sin embargo, una organización piramidal no significa que no haya una estructura de organización participatoria
Ejemplo: Yo soy el director del hospital y éstos son mis cinco jefes de servicio. Puedo delegar en cada uno de ellos autoridad.
Les digo:

"Usted está a cargo del servicio A, usted del B, etc." Los llamo a mi oficina una vez por semana.

Les pregunto cómo van sus servicios, les doy instrucciones, ellos me dicen lo que pasa y me comentan que hay conflictos en las interrelaciones entre los servicios A y B.
Llamo a los jefes del A y del B y les digo:
"Miren, ustedes tienen este conflicto, así lo van a resolver y una vez al mes los llamo a todos juntos y les digo:
"Los siguientes son los principios generales de manejo de conflictos entre ustedes" y se los enumero.
Esto es una administración píramidal clásica, en que tengo relaciones con cada uno de los jefes de servicio y manejo los conflictos de ellos aclarando todas las ambiguedades
Lo que acabo de describir es en realidad un sistema anticuado de manejo, porque la forma moderna funcional sería:

Participatoria.

Esto consiste en lo siguiente:

Formo un comité ejecutivo y me reúno con ellos regularmente y les digo:
"Señores, éstos son los principios generales con los que quiero manejarme y ésta es la autoridad que quiero delegar a cada uno de ustedes.
Esto otro no lo voy a delegar, ¿qué piensan ustedes?"
Entonces este grupo se transforma en mi consejero, por decirlo así, y en conjunto me ayudan a establecer las direcciones, las prioridades, las límitaciones; es decir, todas las funciones de liderazgo.
Esto limita mi poder en cierto sentido, pero crea la enorme ventaja de reforzarlo en cuanto mis objetivos se transforman en los de todos, y así vamos a actuar como un frente común con mucha más efectividad a través de todo el sistema.
Entonces, dirección participatoria es perfectamente compatible con la piramidal y es un modo ideal de trabajar.

¿Qué exige esto? Que se establezca muy claramente, en cada decisión que se va a tomar, si estoy usando el grupo para que me dé consejo o para una decisión en conjunto.

Entonces les puedo decir:
"Les planteo este problema para que lo decidamos en conjunto", o:
"Quiero saber la opinión de ustedes porque tengo que tomar una decisión".
Entonces:
El director de un equipo administrativo tiene que dejar muy en claro como está utilizando a su equipo.
Además:
Tiene que reservarse el derecho a veto.
El que tiene que ser público, de modo que si todos los jefes me dicen que haga una cosa y yo les digo que voy a hacer lo contrario de lo que me aconsejan, es importante que les diga que a pesar del consejo, en contra de todos ellos, voy a hacer otra cosa.
Esto mantiene la responsabilidad donde debe estar.
Libera al grupo de tener que identificarse con una decisión con la cual no está de acuerdo, pero al mismo tiempo mantiene la unidad de todo el grupo en cuanto a que ellos dirán:
"No estamos de acuerdo, pero como el director ha tomado esta decisión, estamos obligados a actuar de acuerdo con eso".
Este sistema se puede ampliar a reuniones de todos los médicos del hospital.
Me junto con todos y les digo:
"Señores, tengo el siguiente problema administrativo y quiero que lo discutamos".
Esta reunión, en la cual está todo el mundo, no es una reunión ejecutiva sino que de información y discusión.
En este caso hay que dejar muy en claro que es una reunion informativa y de discusión en la que no se va a tomar ninguna decisión.
Si allí se tomaran decisiones sería desautorizar a todos los jefes y por lo tanto, sería un modo no funcional de distribución de la autoridad.
Todo esto apunta entonces hacia aspectos de gobierno participatorio dentro de la institución, sin abandonar la organización jerárquica que tiene que ser necesariamente piramidal y que permite delegación funcional.

 

Pregunta: Quería preguntarle acerca de la patología de la institución cuando el liderazgo no está ejercido por aquel que reúne las condiciones de mayor capacidad, sino que lo es por antigüedad o factores externos.
Entonces se podría dar el caso que las alteraciones de comunicación ya no se debieran a un problema del sistema abierto y piramidal sino a querer imponer un liderazgo en una estructura de un grupo que no lo va a poder llevar adelante, porque partiría con una patología de la institución.

 

Dr Kernberg: Usted parte de la base de que las cosas están mal.
Déjeme aprovechar este momento para exponer la teoría del diagnóstico de una institución que no funciona.

Diagnóstico de una institución que no funciona

Síntomas

El síntoma fundamental es:

La pérdida de moral. ¿Cómo se ve esto? En un sentimiento general de descorazonamiento. La gente piensa que en la institución todo se hace mal, nada funciona bien. No hay ninguna identificación con el trabajo ni con la institución. Piensan:

“Tengo que venir acá porque me pagan, pero por mí que todo esto se fuera al diablo”.

Otro síntoma es:

La regresión en los procesos de grupo. Las teorías de Bion son muy interesantes para entender estas regresiones.

Hay que diferenciar grupos chicos de grupos grandes.

Grupos chicos. Son grupos informales de 8, 10 ó 15 personas en los que todos se conocen, tienen una relación mutua, individualizada, al mismo tiempo que de grupo.

Cuando en un grupo así hay regresión, toma la forma de los supuestos básicos de Bion que Uds. conocen:

lucha-fuga, dependencia y apareamiento.

En la práctica esto se ve en que la institución está dividida en grupos contradictorios, que pelean entre sí, trabajan para sí mismos y desconfían de los demás. Este es el grupo de lucha-huida.

Tenemos también el grupo de dependencia, en el que todos se sienten impotentes, incapaces y esperando que algún genio venga de afuera a arreglar las cosas.

Hay aquí una relación de dependencia, de pasividad, con esa sensación de incompetencia y búsqueda de idealizaciones de alguien de fuera que los venga a rescatar.

Y en el grupo de apareamiento, todo el mundo se preocupa apasionadamente de una pareja heterosexual (pero no necesariamente, ya que puede ser homo­sexual), como si la relación de esa pareja fuera a resolver los problemas del mundo. Por ejemplo, aparece una acentuación de relaciones sexuales o políticas entre algunos miembros del grupo y hay una generación de conflictos y excita­ción alrededor de eso.

Lo más frecuente es la combinación de situaciones de lucha-fuga y de dependencia.

Estos son los síntomas en los grupos chicos.

Grupos grandes (30, 60, 80 o más personas). Las personas todavía pueden escucharse unos a otros, pero ya no hay relaciones personales.

Los síntomas más importantes de regresión son: temor a agresión, violencia mutua y estimulación sutil de violencia en algunos de sus miembros.

Típicamente se producen:

Un subgrupo sumamente violento, agresivo, terrorista.

Otro grupo igualmente violento, pero antiterrorista.

Y los inocentes del medio, que miran lo que pasa sin participar, cuando en el fondo ellos mismos están estimulando la situación.

Un tercer síntoma está referido a:

La personalidad de algún o algunos líderes de la institución. Se dice:

“Todo estaría bien si este tal por cual no estuviera a cargo”. Lo que se critica al líder no es que no sepa su labor sino que tenga una personalidad imposible. Es demasiado paranoideo, o esquizoide, o narcisista, histérico, obsesivo o psico­pático.

Paranoia en la institución. Es otro síntoma que veremos más adelante.

Estos son, entonces, los síntomas fundamentales de una institución en crisis crónica y se ve así en industrias, hospitales, escuelas, etcétera.

 

Diagnóstico

Viene un consultor. ¿Cómo opera?.

Primero es importante:

Dejar los problemas individuales para el final. ¿Por qué? Porque cuando hay regresión siempre toma la forma de conflictos interpersonales.

A veces es cierto que es la personalidad de tal o cual jefe la responsable, pero uno lo puede diagnosticar únicamente después de haber descartado todas las demás cosas. Esta es una ley fundamental.

Segundo, es muy importante:

Hablar con todo el mundo. Por simple que parezca, esto significa hablar desde los jefes de la institución hasta las bases.

El modo más simple de hacerlo es tener una serie de reuniones. Algunas con las personas a cargo (de varios niveles), y otras más abiertas, con gente que trabaja junta en una cierta área.

Lo que se produce típicamente en estas reuniones abiertas, es que si ustedes tienen treinta personas y les preguntan:

“Bueno, ¿cuáles son los problemas?”, primero hay un temor enorme, nadie se quiere exponer, y si uno no logra que nadie diga nada, quiere decir que hay un terror absoluto, o sea la paranoia en la institución es terrible.

En ese caso uno habla nuevamente con individuos de todos los niveles, y después el consultor habla nuevamente con los grupos y les dice:

“Miren, éstos son los problemas que yo veo”.

Y si el consultor se atreve a decir abiertamente lo que todos los demás temen, eso permite a los grupos abrirse y empezar a hablar. Al revés, si el consultor no es capaz con su información de que el grupo hable, significa que todavía no tiene toda la información.

Por ejemplo, hay un director de una institución que ha dicho:

“Al que critique le va a llegar”.

Entonces nadie habla. El consultor debe decirle a este director:

“Mire señor, usted quiere que yo lo ayude pero me han dicho que el que lo critica se va. Con esto usted realmente no quiere que yo lo ayude porque le prohíbe a su gente que hable”.

Si él no es tonto, debe darse a la razón. Le digo:

“¿Me permite que yo diga esto en público?”, y lo digo en público, asegurán­doles que no se van a tomar represalias y que si no hablan no los puedo ayudar. Esto los suelta y permite al consultor darse cuenta cuáles son los conflictos, cuáles son los problemas.

El siguiente paso es sentarse en una pieza con papel y lápiz para:

Hacer el organigrama.

Y hacerse las mismas preguntas que señalé al comienzo:

¿Cuáles son las tareas fundamentales de esta institución?

¿Cuáles son los requerimientos para estas tareas?

¿Cuáles son las limitaciones?

¿Cuáles son las prioridades?

Por ejemplo:

Los miembros de un hospital dicen:

“Aquí estamos para servir al público y queremos dar el mejor tratamiento. a nuestros pacientes”.

En la práctica, sin embargo, el hospital sirve para que el dueño gane eI máximo de dinero. O sea hay aquí una discrepancia entre el dueño y los miembros del hospital.

Las contradicciones entre las tareas fundamentales reales y las aparentes es el primer punto de conflicto, y es muy importante que la organización de la institución corresponda a las tareas reales y no a las imaginarias.

Entonces hay que definir las tareas y las limitaciones reales y enseguida empezar a hacer el organigrama, o sea la estructuración adecuada sobre la base de estas tareas y esas limitaciones.

Una vez que uno ha hecho esto, puede decir cuánta autoridad necesitan la diversas personas y analizar si tienen esta autoridad o no.

Estos pasos de análisis permiten ver por qué esta organización es patológica, y si lo es porque no tiene una tarea fundamental, o porque existe nada más que para dar de comer a algunos empleados sin ejercer ninguna función

¿Es un hospital sin pacientes o un hotel para pacientes?

¿Está ahí para el staff que no hace nada?.

Por lo tanto, es necesario definir cuáles son las funciones reales y porque hay discrepancia entre las reales y las públicas.

Después se define la estructura adecuada y se ve cómo se relaciona con !a actual.

Una vez que esto se ha resuelto, queda un residuo que corresponde a:

Las personalidades conflictivas en cualquier nivel. Y sólo ahí uno puede decir que todo está bien, las tareas, la organización, pero que el individuo es incapaz o hay individuos incapaces.

En este sentido hay una cierta ilusión en ciertos teóricos de que la personalidad no tiene importancia y la verdad es que la tiene, y hay ocasiones en que hay que decirle al individuo: “Usted no puede hacer esta función, debe renunciar”.

Ustedes se sorprenderán de cuántas veces, cuando uno hace esto, lleva un gran alivio al individuo cuestionado. Hay que vivirlo para creerlo. En el fondo, personas que no son capaces para ejercer una función lo saben profundamente y se sienten aliviados cuando alguien en forma no agresiva se los dice.

Pero hay situaciones en que lo anterior no se puede hacer. Por ejemplo, una familia es dueña de un hospital. El hijo mayor es el director, es incompetente e irremovible. ¿Qué se hace? Es importante compensar esta incompetencia con una organización que permita aumentar la autoridad del staff para controlar y corregir esta problemática.

 

Pregunta: ¿De qué manera esta administración, este fenómeno casi inevita­ble de grupo, puede llevar a la desestructuración paranoidea?.

Dicho de otra manera, si bien es cierto que la estructura administrativa de la que nos habló implica el poder reclamar, por supuesto sin saltarse los niveles de autoridad, no solamente debe tener el carácter de la posibilidad de hacerlo, sino que la persona que lo tenga que hacer pueda tener la protección frente al acto de reclamar a ese jefe inmediato por las insatisfacciones que siente, que tiene o que realmente existen en el ejercicio de esta interrelación personal. ¿A qué voy yo?, a cómo esta administración puede facilitar el que la gente realmente se sienta cómoda en lo que está haciendo, y no impedida de hacer de la mejor forma lo que tiene que hacer y con libertad de poder reclamar, si por otro lado nos ha dicho que cada jefe tiene que tener claramente no solamente las funciones sino que también el poder de ejercer el presupuesto, y sobre las personas, o sea que al mismo tiempo, si no le sirve una persona, poder despedirla. Porque, ¿qué ocurre cuando se está en ese grupo paranoideo, cómo entonces reclamar si depende de ese jefe del que él está reclamando su calificación y la estabilidad de su puesto?

 

Dr. Kernberg: Su pregunta nos lleva al siguiente tema.

Paranoia en el sistema

Génesis de tendencias paranoideas e idealización en organizaciones.

Impacto de estas tendencias en el funcionamiento institucional

Ahora profundizaremos más sobre ciertas tendencias universales de las organizaciones. Nos referimos a la génesis de tendencias paranoideas frente al líder y del líder frente a la organización. También a la génesis de idealización del líder por parte de la organización y de estimulación narcisista de la organización hacia el líder.

Si volvemos a lo que hemos dicho en cuanto a la psicología de grupos grandes, chicos y la psicología de las organizaciones, llegamos una y otra vez a estas mismas dos simples dimensiones: la seducción narcisista y la seduc­ción paranoidea.

En el caso de un grupo pequeño, la regresión a un supuesto lucha-huida lleva a reacciones paranoideas y selección de un líder paranoideo.

Esto mismo sucede en los fenómenos de masas, que pueden englobar a una organización o a una comunidad completa.

Es decir, lucha y huida y grupo grande, en el sentido de organización de masas, llevan a un líder paranoideo y a una atmósfera de persecución.

Por otro lado, el grupo pequeño, funcionando bajo un supuesto básico de dependencia que busca un líder que lo satisfaga, gratifique y reasegure, tiende a producir un líder con ciertas tendencias narcisistas.

Lo mismo sucede con grupos grandes, estáticos, no del tipo horda que busca confrontación violenta, sino más bien aquel grupo grande, que para protegerse de la agresión que surge dentro de sí mismo, busca un «mercader de ilusiones" (descrito por Anzieu). En este caso se produce una idealización de aquel líder que promete seguridad, tranquilidad y eliminación de todas las luchas internas dentro del grupo grande y de la masa.

Muchas veces en una organización en regresión o en mal funcionamiento, estas dos tendencias aparecen simultáneamente. Se producen tanto tendencias persecutorias como idealizadoras, y esto puede llevar a una disociación global de la institución. La mitad de la organización llega a una idealización del líder, el resto se siente perseguido y atacado o teme al líder. Esto es un “split” o una disociación interna que puede satisfacer simultáneamente las tendencias paranoideas y narcisistas.

Analicemos ahora desde un punto de vista de la estructura administrativa lo que ocurre en una organización que no está funcionando bien.

Recordemos que hemos definido liderazgo funcional como aquel que es apropiado a las tareas, en contraste con liderazgo autoritario en el que hay un excesivo ejercicio de poder en relación a la función, y también en contraste con liderazgo caótico cuando no hay suficiente poder como para reforzar la autoridad legal.

Cuando la estructura funcional de una organización se rompe, se producen las mismas regresiones de grupo que he mencionado.

En las organizaciones autoritarias lo típico es que existe un sometimiento alrededor del líder y en la periferia temor y resentimiento, de modo que hay un centro narcisista dependiente y una periferia paranoidea, rebelde.

Lo mismo es cierto en las organizaciones en caos, en que se activan los fenómenos de psicología de grupo grande no estructurado e inmediatamente se generan las mismas tendencias.

Formas de reducir la paranoia en los sistemas

Por lo tanto, citando a E. Jaques10:

10 Psicoanalista inglés, profesor de sociología, de psiquiatría y que fue subsecretario de inversiones extranjeras del gobierno laborista de Gran Bretaña por muchos años. Tiene un libro que se llama “Un Sistema General Burocrático” en el que habla de las ventajas y desventajas de organizacio­nes burocráticas.

“Todas las organizaciones son paranoiogénicas y esto se puede evitar únicamente a través de una estructura racional, un liderazgo funcional, una organización formal que no sea discrepante de la organización informal paralela y el establecimiento de roles estables, canales de comunicación y mecanismos de decisión de tipo público que reducen la paranoiogénesis en toda organización

Se podría decir que una buena organización es un modo de reducir la paranoiogénesis de las organizaciones.

¿Cómo se puede hacer esto dentro de una institución? Lo que estoy diciendo sirve para instituciones y no tiene aplicaciones políticas. Ahí rige la limitación de la teoría de sistemas

Burocracia: ventajas y desventajas. 

Lo anterior nos lleva a una de las grandes ventajas de la organización burocrática, la que por otro lado y con buenos motivos, es muchas veces criticada por la exageración no funcional de mecanismos burocráticos como defensa contra la agresión intrainstitucional.

Organizaciones y grupos grandes generan constantemente agresión y la organización burocrática puede defender contra ésta, pero el exceso de organi­zación burocrática puede dar origen a una expresión de sadismo disociado, ya que la misma burocratización sería un modo sádico colectivo de controlar a los individuos y someterlos a la irracionalidad de la organización.

Bajo condiciones óptimas, sin embargo, la estructura burocrática protege apropiadamente.

El ejemplo más simple de protección burocrática, es el método en que las decisiones no son tomadas arbitrariamente de arriba abajo sino que en procesos consultivos, en especial en procesos de administración compartida en los que la autoridad del líder se delega en un grupo de lugartenientes, que en conjunto constituyen un comité ejecutivo en el cual las decisiones se hacen en forma pública y a su vez pueden servir de fuentes de información de lo que pasa en la organización, información que va hacia arriba y hacia abajo, con comunicación de razones de las decisiones.

Otro ejemplo de una estructura burocrática típica es el de los tres puntos lineales de «corrección de quejas»: un subordinado tiene un supervisor y el supervisor tiene un jefe. El subordinado está descontento con el supervisor, puede ir donde el jefe, siempre que el supervisor sea informado de esto, y el jefe tiene que escuchar a los dos y tratar de tomar una decisión justa. Si el subordi­nado está descontento con esta decisión, puede ir al siguiente punto, más arriba, pero con conocimiento de cada uno de los niveles jerárquicos intermediarios.

Este principio, cuando funciona en forma apropiada, es un modo excelente de evitar excesos y distorsiones del ejercicio de autoridad y de reducir paranoiogénesis en la vida cotidiana de instituciones.

Por lo tanto:

Una ventaja del sistema burocrático es que tiene jerarquías, procedimientos, reglas; toda persona en ese sistema está protegida y sabe exactamente a qué atenerse. Nosotros vemos la burocracia como papeleo, “esa imbécil burocracia, más papeles, más timbres...” y nos olvidamos que el objetivo fundamental es dar una estabilidad que provee un seguro al individuo.

Es importante que la persona en función de liderazgo aclare esto a todo el grupo. Que las reglas y los procedimientos sirven para dar seguridad, protección Son la primera protección contra la arbitrariedad.

El peligro, por supuesto, está en que la burocracia puede ser solevantada. Si por ejemplo hay un dictador sádico en la punta de un sistema burocrático, la burocracia puede transformarse en un instrumento totalitario terrible. Eso se produjo por ejemplo en Alemania nazi y en Rusia bajo Stalin.

Entonces, existe el peligro que la burocracia pierda su función de control contra la agresión, y que por el contrario, amplifique la agresión de la persona que se apodera de ella.

Pero bajo condiciones normales, un sistema burocrático debe producir seguridades contra la paranoia y dentro de este sistema burocrático, el sistema de los tres puntos nodales realmente debe dar seguridad.

Si uno está descontento con el jefe, tiene que poder ir al superior de su jefe. Si uno no puede ir al tercer punto, ahí sí que existe un peligro serio de distorsión administrativa. Hay ciertos lugares en que esto es así. Por ejemplo en universidades, por lo menos en EE.UU., en que el jefe de cátedra, o sea el profesor jefe, es al mismo tiempo jefe de servicio, tiene un poder excesivo y hay una cultura que va contra el hecho de que los que están por debajo de él vayan al decano, que seria la siguiente persona. Entonces, en universidades en que hay jefe de servicio, profesor jefe, decano, si el jefe de servicio no puede ir al decano, hay un peligro de una distorsión autoritaria.

Por lo tanto hay que proteger al sistema cuidadosamente.

Ahora, cuando no se puede hacer, y hay un jefe autoritario o -incluso si no lo hay- existe un sistema autoritario, se produce inmediatamente una intensificación de la paranoia colectiva.

La consecuencia inmediata del autoritarismo es la paranoia y la solución  a ­la paranoia es resolver el autoritarismo. ¿Cómo?

En el sistema institucional, un modo de controlarla es a través de:

La absorción del autoritarismo en la fase inmediata inferior a la persona autoritaria. Por ejemplo, en el caso de un jefe de servicio o un director de hospital sádico y autoritario, una posibilidad de controlar esto es que los jefes de servicio inmediatamente por debajo de él formen una unión abierta, funcional, que discuta todos los problemas del hospital y entre en un diálogo con el jefe, de modo que él se encuentre no con un individuo temeroso, sino con un grupo que tiene la responsabilidad funcional. Esto no es democratización aunque muchas veces las personas involucradas piensan que están haciendo algo democratizante

Entonces, el grupo de líderes intermedios tiene una enorme capacidad de controlar el sistema.

Otra forma de reducir paranoia es:

El llevar a cabo la función de negociación a través de fronteras o límites entre un subsistema y el sistema o suprasistema que ya analizamos.

Una tercera limitación para la paranoia es:

Reducir la regresión de grupos.

En general, cuando la organización funciona bien hay menos regresión grupal y hay menos paranoia.

Estas no son soluciones perfectas, pero son medidas muy importantes.

Ahora, otro aspecto de la función del líder y con el cual se puede reducir paranoia es:

Percibir cuándo hay una situación compleja de espejo, o sea, recíproca.

Si las cosas andan bien, todo el mundo está tranquilo, nadie piensa en el jefe. Nadie le dice: “estás haciendo una labor excelente”.

El jefe tiene que saber que cuando hace su obra bien, nadie dice nada, todo el mundo hace sus labores, están contentos. Cuando hace su obra mal, todo el mundo odia al jefe. Esto es muy natural.

Lo importante entonces para el jefe, es entender que cuando las cosas andan mal aumenta la paranoia colectiva y eso no se ve en el hecho de que todo el mundo ande paranoico, sino que aparece el líder del grupo “lucha- huida”. Aparece una personalidad paranoidea y personas que naturalmente son paranoideas, ahora se transforman en superparanoideas. Entonces hay un miembro de los empleados del staff, que es el líder de la oposición, que se pone violento y el jefe lo mira y lo ve como si fuera un esquizofrénico paranoideo y piensa: “Cómo toda esta gente sigue a este líder desgraciado, cómo puede ser...”.

Y puede ser cierto que sea una persona muy paranoidea pero todo esto se exacerba por la función de grupo.

Lo importante es que el líder entienda que esta persona paranoídea, ejerce una función del grupo y que debe analizar cuál es esta función de grupo y cómo entenderla en términos de los objetivos de la organización, de la estruc­tura funcional y no tomarlo personalmente.

La tentación es: “a este tipo lo voy a echar”.

Entonces, se despide al individuo paranoideo y lo que pasa al día siguiente es que aparece otro individuo paranoideo.

La institución selecciona incansablemente al individuo más paranoideo y el jefe está en una ilusión de que se va a librar de los elementos indeseables.

O sea, hay una confusión de personalidad y función dentro del grupo, que funciona recíprocamente.

Todo el mundo mira al jefe. Si todas las cosas andan bien es una persona simpática. De vez en cuando aparece en la oficina de uno, saluda y no se sabe nada más de él durante un buen tiempo. Cuando hay un conflicto, el jefe aparece con los peores aspectos de su personalidad y hay una confusión de su rol de líder con la personalidad de él. En otras palabras todo el mundo tiende a ver en el líder una persona autoritaria confundiendo el rol del líder, de liderazgo, con características de la personalidad.

Entonces, hay una tendencia no sólo de idealización de los jefes, sino también de transformarlos en figuras muy persecutorias y que dan un temor paranoidco intenso, creándose un círculo vicioso en que uno siente que el jefe lo va a atacar siendo mejor atacarlo primero.

Entonces es importante para un jefe tolerar la agresión del grupo hacia el como persona, porque en realidad es una confusión de rol y persona.

Ejemplo típico:

Un hombre en un grupo ataca al jefe salvajemente, el jefe piensa: “Este desgraciado”.

Después están afuera y el tipo dice:

“¿Y qué hubo, cómo estás y cómo está tu familia?”, amistosamente.

Entonces parece que el individuo que lo atacó en grupo fuera como un hipócrita, ya que después parece muy amigo personalmente. Pero éste es el destino natural de los jefes, de ser “maltratados” en público porque se confunde su personalidad con su rol, sin que eso implique ninguna animosidad personal.

Entonces, el entender esto por parte del jefe y de todo el grupo, permite también reducir paranoia.

Problemas de liderazgo en hospitales psiquiátricos

Mencionaremos algunos problemas típicos y frecuentes de líderes de hospitales, especialmente psiquiátricos, pero esto es probablemente también válido para hospitales generales.

Hay una tendencia en la formación profesional médica y de psicólogos, aunque menos de servicio social (porque en servicio social hay una dimensión social que es parte de la profesión), de enseñar a ser técnicos que dan atención individual y muy poco del tipo de teoría que estamos tratando.

Esta actitud crea una sensación de que “administración” es algo que no tiene nada que ver con la profesión elegida. Nuestra profesión es técnica, administración es tarea de otros.

Entonces hay una tendencia natural a sentir que toda dirección institucional debería funcionar automáticamente bien, mientras nosotros vemos a nuestros pacientes, con una ignorancia total del hecho que cuando se ejerce medicina en un nivel institucional, es indispensable que todos estos objetivos médicos se transformen en una estructura institucional correspondiente, porque de lo contrario toda la administración cae en manos no médicas y se producen direcciones paralelas: técnicas médicas por un lado y técnicas administrativas por el otro

Resultado de esto es que la institución se divide como una manzana, en dos. Los administradores no médicos se harán cargo de la mitad y los médicos administran la parte médica. Nadie tiene control completo de límites y se produce un caos interno y la sensación de que hay una lucha entre administradores y médicos, entre profesionales técnicos y administradores.

Este es un desastre fácilmente evitable si existe conciencia de parte del médico que toma el liderazgo de la institución, de que la función administrativa es eminentemente técnica y que está relacionada con los objetivos específicos.

El modo de evitar el conflicto entre médicos y administradores, es una estructura en que trabajan con una clara organización en conjunto, de todos los límites de la institución y una discusión en conjunto de la delegación de la autoridad combinada de los dos. O sea, es fundamental que médicos y admi­nistradores trabajen unidos.

Hay tres posibles estructuras que logran lo anterior:

Primero. Un médico a cargo del hospital y debajo de él un administrador jefe.

Segundo. Un médico y un administrador, jefes los dos, con igual autoridad.

Tercero. Un administrador no médico y un médico que trabaja bajo él como médico jefe.

- ¿Cuál es la situación preferible?.

En primer lugar, depende de los objetivos fundamentales de la institución.

Si el objetivo de la institución es ganar el máximo de dinero para inver­sionistas, como es el caso de una corporación que compra hospitales para obtener ganancias, entonces puede ser lógico que haya un administrador no médico que vela por todo el hospital. Allí el objetivo es ganar dinero dando atención suficiente a los pacientes y lo más natural es que el administrador sea el jefe y haya un médico jefe que depende de él. Hay muchos hospitales privados psiquiátricos en EE.UU. que funcionan perfectamente así.

Si el objetivo central es dar tratamiento y la limitación principal es la falta de recursos, lo lógico es que esté a cargo un médico y un administrador sea dependiente de él. Este es un ejemplo más de cómo los objetivos reales debieran determinar óptimamente la estructura administrativa.

Hay otras instituciones, como universidades a cargo de hospitales, con una estructura independiente administrativa burocrática a cargo de la parte finan­ciera. El único modo de relacionar estos dos poderes es un administrador y un médico funcionando como un equipo combinado, lo que significa reunir sus recursos y claramente y en público delegar las funciones.

En cualquiera de los tres casos, es importante que en el siguiente nivel profesional haya una identificación con ambos roles. Es decir, no es suficiente que esta unidad exista en el nivel superior solamente. Tiene que traducirse en toda la estructura.

Por ejemplo, en un hospital universitario la función principal no es ganar dinero sino tratar bien a los pacientes, hacer investigación y enseñanza (de hecho, la tarea que se le encarga al director en estos centros es hacer enseñanza e investigación y tratar a los pacientes muy bien, sólo porque se piensa que el excelente tratamiento de pacientes es un prerequisito para la buena enseñanza de psiquiatría y para una buena investigación clínica). Claramente, la función es la de un hospital universitario y por supuesto un prerequisito es que no se pierda dinero y de eso se hace cargo un administrador que depende del director médico.

En la práctica, todos los médicos son miembros de la facultad y esto es lo que se llama un reloj de siete años, con profesores asistentes por siete años, que en ese momento o ascienden a profesores asociados o bien tienen que irse de la institución. Ellos no van a ascender a profesores asociados si no han producido trabajos de investigación o son educadores de primera. Pueden ser los mejores clínicos del mundo pero tienen que irse, y todos los años hay graves problemas porque se va gente de primera calidad clínica debido a que no cumplen con sus funciones de educación e investigación. El efecto es que en la plana mayor todos son investigadores o educadores de primera porque el hospital es universitario.

Ahora, si fuera un hospital privado no podría tener una estructura así, sino que mantendría a los mejores clínicos, por razones obvias.

El punto que debemos recalcar, es que el administrador y el staff médico deben identificarse mutuamente en ambos roles (médico y administrativo) y de allí sucesivamente lo mismo hacia los niveles inferiores.

El administrador no médico del hospital presenta sus problemas en este grupo de la plana mayor y se discuten y se deciden en conjunto, y cada miembro de este grupo, cada jefe de división se identifica con los problemas administra­tivos y los lleva a su staff médico. O sea es a este nivel que se integra lo administrativo y lo médico.

Por ejemplo, si se quiere aumentar la inversión en investigación en 200.000 dólares para nuevos proyectos, el único modo en que se puede hacer es ahorran­do 200.000 dólares de alguna otra función o produciendo el dinero.

- ¿Qué se puede hacer para disminuir nuestros gastos o producir más dinero? Producir más dinero en alguna función clínica o reducir otros gastos para juntar dinero para la investigación. Esta es una discusión conjunta con la que todo el mundo se identifica, porque se le explica al staff, de modo que todo el mundo siente que esto no es algo que les está imponiendo alguna gente de afuera, sino que cada jefe de servicio integra dentro de sí todos los objetivos de la institución.

Por el mismo motivo hay en el staff un director de educación.

¿Por qué? Porque el director de educación quiere que los residentes de psiquiatría tengan el máximo tiempo para la educación, que asistan a seminarios, a cursos, que tengan supervisión.

Los jefes de servicio se enojan porque dicen:

“Los necesitamos para ver a los enfermos. A estos residentes no los vemos nunca, pasan en clases todo el día, nadie ve los pacientes”.

Entonces los jefes de servicio obligan a los residentes a estar en el servicio y no los dejan ir a clases. El director de educación quiere que vayan a clases y este conflicto institucional muestra el conflicto entre la tarea clínica y la tarea educacional.

Por lo tanto, el director de educación está aquí, en la plana mayor y dice:

“Todos ustedes están molestando a los residentes y yo no puedo tolerar esto”.

Esto se discute en la reunión y el director identificado con educación e investigación trata de tener la seguridad de que las autoridades de educación no sean sobrepasadas por las necesidades clínicas. Y lo mismo pasa con la investi­gación.

Entonces, el problema de la disociación entre administradores y clínicos, entre educación y aspectos clínicos, entre investigación y aspectos clínicos, se puede resolver teniendo una integración a un nivel alto que permita que todo el mundo se identifique con los objetivos totales de la institución.

Pregunta: Quisiera aprovechar la ocasión para plantear dos problemas de límites que tenemos en la dirección del hospital psiquiátrico y que influyen mucho en la posibilidad de definir tareas al interior.

El primero es la multiplicidad de demandas que nos llegan del ambiente para que resolvamos problemas que no son exactamente iguales a los que los miem­bros del hospital quieren responder: problemas sociales, judiciales, previsionales, además de la demanda por asistencia. Y entonces los jefes de servicio muchas veces protestan de que estamos siendo definidos por esa realidad externa y que no podemos definirnos desde nuestros objetivos como psiquiatras y que, incluso, el no tener este control desdibuja nuestra identidad como psiquiatras. Por ejem­plo, es muy difícil tratar en este hospital pacientes depresivos o fronterizos porque la presión de los pacientes psicóticos es muy intensa y tenemos camas insuficientes para la población que tenemos que atender.

Dr. Kernberg: Esto es muy interesante e importante. Dígame, los pacientes ingresan por orden de llegada, ¿no es cierto?

Respuesta: Sí.

Dr. Kernberg: Y ¿qué pasa si llega un paciente fronterizo y por orden de llegada no se le atiende?

Respuesta: Habitualmente, para hospitalizarlo, el camino más frecuente es a través de urgencia y ese servicio nos dice: entre uno que está a punto de quemar la casa y el que la tiene medio quemada, o quemada, hospitalizamos al que la quemó.

Dr. Kernberg: O sea que urgencia está controlando un sector del límite, el sector de admisión al hospital.

Respuesta: En un ochenta por ciento.

Dr. Kernberg: Ahora, ¿quién le dice al jefe de urgencia cuáles son las prioridades del hospital?

Respuesta: El jefe de urgencia dice que es la realidad externa la que determi­na esto.

Dr. Kernberg: Y ¿quién le da a él autoridad para ingresar pacientes al hospital?

Respuesta: La dirección.

Dr. Kernberg: O sea la dirección es la que dice que la realidad externa está determinando eso

Respuesta: Si

Dr. Kernberg: Yo estoy interpretando, traduciendo. Aquí hay un diálogo un poco indirecto, pero déjenme transformarlo en directo. Afortunadamente como no conozco a las personas involucradas puedo decir esto inocentemente.

Respuesta: A mi lado está el jefe de urgencia.

Dr. Kernberg: Yo diría que la admisión de pacientes es un aspecto fundamental del control del input, de la entrada al hospital. Entonces, esta función está en manos del director del hospital. El tiene que establecer prioridades. Si decide que un paciente de cada diez que ingresan es un fronterizo tiene la autoridad para hacer esto, ¿sí o no?.

Respuesta: Sí.

Dr. Kernberg: Entonces, la respuesta a su pregunta es que es un error dccir que la realidad externa está determinando quién entra al hospital. Es la delegación consciente o inconsciente que ha hecho el director del hospital de la decisión de prioridades al jefe de urgencia lo que está determinando que entren pacientes al hospital. ¿Tengo razón o no?. El jefe de urgencia tiene la palabra.

Jefe Urgencia: Creo que cuando uno dice “realidad externa”, esto podría aparecer muy desdibujado sin una traducción de las situaciones dramáticas que realmente nos toca vivir. A decir verdad, existen criterios de hospitalización, así como existen normas terapéuticas. Otra cosa es que realmente se puedan llevar a la práctica, porque lo que sucede es que todos estos criterios superan la demanda. La cantidad de morbilidad de extrema urgencia es tan superior a los recursos, que las normas se quiebran, se destruyen, entonces nos vemos en condiciones bastante ingobernables, por así decirlo.

Dr. Kernberg: Diría que si hay más pacientes de los que pueden atender, son ustedes los que deciden quién entra y quién se queda afuera y ésta es una decisión del director del hospital que puede delegar. No es cierto que la realidad externa determina quién entra. La realidad externa sólo determina que hay más de los que pueden ser tratados. Quiénes son seleccionados es responsabilidad del director del hospital.

Déjenme darles otro ejemplo, el de los Centros de Salud Mental que se establecieron en los EE.UU. hace unos veinte años. Se obligó a un cierto Centro a atender todos los pacientes de una zona que tenía más o menos 250.000 habitantes y muy rápidamente se vio que había demasiados pacientes, que no podían hacerlo.

Entonces, la atención que se daba era cada vez peor y a más gente y al final sucedió que los profesionales que trabajaban allí se aburrieron y se fueron y el Centro se ha ido destruyendo porque ha caído en manos de gente cada vez menos preparada.

Esto se produjo en la realidad.

Ahora, ¿cómo pudo haberse tratado esa situación en la práctica? No se hizo esto necesariamente. A mi juicio, y aplicando esta teoría, lo que debiera hacerse es lo siguiente: decidir qué atención mínima puede darse a todo el mundo para poder cumplir el deber social, el deber legal y seleccionar cuidadosamente un pequeño número de pacientes a quienes tratar bien, con el fin de que no se pierda la efectividad técnica de la gente que está trabajando ahí. A este pequeño número se le da atención intensiva con psicoterapia y con hospitalización. Al resto se le da medicamentos sintomáticos y controles ocasionales y por supuesto que muchos de estos andarán muy mal y el jefe del servicio le dice a las autoridades estatales: miren, estamos tratando a todos los pacientes pero no tenemos recur­sos. Miren lo que está pasando con esta gente, que se están descompensando afuera.

Esto ilustra el mismo problema.

El hospital que controla límites puede decir que hay una demanda, que hay 50 psicóticos incendiarios y hay 4 pacientes limítrofes y que le interesa ver limítrofes y entonces tratará tres de los cuatro limítrofes y 47 psicóticos paranoideos incendiarios y los otros psicóticos incendiarios no tienen camas y esto se les dice a las autoridades, que hay tres psicóticos incendiarios que andan sueltos por el centro de la ciudad. Estoy sobresimplificando, pero éste es el modo de operar.

Me permite citar algo que usted dijo como jefe de urgencia. Dijo:

“La realidad es”.

Yo lo cambiaría y diría: “La realidad vista por ustedes”. No sé si me puede aceptar eso.

Jefe Urgencia: Completamente de acuerdo porque yo tengo un par de ojos. Otros verán otra parte.

Dr. Kernberg: Entonces, el hecho de que usted tome esas decisiones significa una delegación de una función del director del hospital que él ha hecho conscien­temente porque se quiere lavar las manos, o inconscientemente, sin darse cuenta. En ambos casos la responsabilidad es del director del hospital que le ha entre­gado a usted el control de un segmento, en cuanto a que el juicio suyo determina cuál es la realidad como usted la ve.

Entonces ésta es una ilustración de que muchas veces lo que aparece como lo que la realidad dicta refleja falta de control de límites de parte de la dirección de una institución.

Hay otros casos, sin embargo, en que esto no es así.

Por ejemplo, en un Estado, el gobernador tiene una relación privilegiada con ciertos grupos de población porque hay una organización tan poderosa (en Nueva York un ejemplo es la Organización de Padres de Niños Retardados Mentales), que el Gobernador del Estado tiene que tomarla muy en cuenta.

Entonces puede forzar a un hospital del Estado y decir:

“Treinta por ciento de los pacientes que ustedes atenderán serán niños retarda­dos mentales y estos son los recursos mínimos que usted va a dar a esos niños”.

Eso significa claramente que parte del control no se ha dado al director. Usted es director del hospital, siempre que el 30% de su hospital atienda esta población con estas características y aquí está su presupuesto. Pero ya se sabe que una parte fija de este presupuesto no está bajo su control.

Ahí sí es cierto que la realidad externa dicta, porque es una orden que tiene que obedecer el director del hospital. Si no, lo echan. Esa es la única realidad externa que existe.

En ese caso el modo de manejar esa situación es que antes que se le nombre director tiene que pensar si va a aceptar esta limitación de su autoridad, si se puede hacer el trabajo o no y en caso de que decida que sí, tiene que hacer todo su organigrama sabiendo que este 30% no está bajo su control y esto se hace en forma pública. Dice:

“Lo siento mucho pero esto no pertenece a nosotros”.

Puede haber problemas graves. Por ejemplo en el hospital todo está en pésimas condiciones, excepto donde están los niños retardados mentales que tienen muebles de lujo, las enfermeras se visten de lujo y los médicos tienen todos Rolls-Royce. Eso crea un problema para el resto del hospital y el director del hospital puede decir:

“No se puede trabajar bajo estas circunstancias” y él tiene el deber, entonces, de luchar por reconstituir los límites de su institución.

De hecho, yo diría que la pelea fundamental que tiene que dar la persona en una institución es velar por el control de límites. Cuando se pierde el control de límites hay de inmediato conflictos de toda la institución.

Pregunta: La pregunta tiene que ver con lo mismo. Una parte importante de esta función de control de límite es la relación con esa realidad que no se rige (la realidad externa) por este tipo de leyes, sino que se rige por las leyes de los sistemas políticos y que permeabiliza también el hospital y entonces ¿cómo podría ser el diálogo entre esta autoridad que pretende mantenerse técnica y esta otra realidad que se maneja por criterios políticos?.

Dr Kernberg: Es una pregunta muy importante y me permite hablar del siguiente tema:

La relación entre organización técnica y manejo político

Hay una dimensión política del manejo técnico, que consiste en influir a grupos influyentes del otro lado del límite para facilitar la tarea técnica. Nos referimos a autoridades superiores de salud y políticas que están más allá del límite de la institución.

O sea, tratar de convencer mediante medios políticos a la autoridad al otro lado del límite, es una actividad política importante y fundamental al servicio de la labor.

En esas condiciones, el director del hospital, claramente tiene que estar alerta a aspectos políticos de la comunidad y saber defender y explicar las necesidades técnicas, políticamente, de modo que influya sectores importantes que van a ser afectados. En el caso de un hospital psiquiátrico, pueden ser los municipios cuya población sufrirá el impacto de la falta de recursos.

Esta es una tarea de liderazgo difícil, pero muy importante. Toda negociación a través de límites, dentro y fuera de la institución, es política en ese sentido.

Esto es distinto de política derivada de ideologías no relacionadas con la tarea.

Política es el arte de influir en individuos o grupos en función de cierta ideología, pero ideología que no deriva de las necesidades técnicas de la institu­ción, no puede regir el manejo político a través de límites. Si llega a hacerlo, se distorsiona la estructura y se termina con la estructura funcional. O sea, los líderes tienen que ser políticos en manejo a través de límites en función de la tarea, pero no en función de ideologías que no coinciden con las tareas. En la práctica eso significa que si el hospital psiquiátrico no puede atender ciertas personas porque no tienen cabida, es importante que el director del hospital psiquiátrico tenga medios de hacer esto público o que consiga con la autoriza­ción de los medios de que él depende, que esto se haga público.

Hay dos maneras de manejar esto.

Si hay falta de recursos, lo que no permite dar la atención, el director del hospital no puede ir al público y decir:

“Señores, ustedes están descontentos, yo no tengo medios para tratarlos, vayan a quejarse al Ministerio”.

Porque esto significa transformar una discusión funcional en una de política extrainstitucional. Esto, simplemente, va contra principios de organización ra­cional.

Por el otro lado, tampoco puede el director no decir nada.

Es decir, el primer paso es ir hacia la institución que otorga los fondos y decir:

“Mire, yo tengo este problema, está todo el mundo reclamando ahí afuera, ¿cómo lo manejo? Yo propongo manejarlo de este modo, ¿qué piensan uste­des?”.

Entonces hay una negociación política en función de la labor, que enseguida permite llevar a cabo una tarea política afuera.

Puede parecer muy ingenuo el poner en términos tan teóricos, con papel y lápiz esto, pero estos principios generales no son tan ingenuos como parecen y pueden ayudar cuando uno funciona en un medio turbulento y político para incrementar el poder de uno en función de la tarea.

Sin poder dar todas las soluciones, este enfoque técnico-administrativo au­menta potencialmente el poder de profesionales para manejar nuestras comple­jas instituciones y el tipo de problemas que ustedes viven se vive en todas partes del mundo. Es inherente a complejas realidades sociales. Y si hay un problema serio de medios aquí, les aseguro que hay, en el plano internacional en este momento, una crisis de la medicina, derivada del hecho de que el costo de la medicina más sofisticada contemporánea está aumentando debido a que tiene muchos factores humanos y no se puede transformar en maquinaria simplemen­te, y las sociedades modernas no tienen los fondos para aumentar la proporción de recursos dedicados a la salud. Eso vale para los países occidentales, comunis­tas, escandinavos y africanos.

O sea, hay problemas generales en este momento de rápido avance médico, consecuencias sociales que obligan a tener varios tipos de medicina, unas para los ricos y otras para los pobres, o bien racionamiento médico que es inconcebible para un médico clínico, pero que es una realidad social que se está imponiendo a la profesión médica en todo el mundo y exige soluciones raciona­les.

Una actitud técnico-administrativa es el único enfoque que permite unir lo médico con consideraciones de tipo económico y, por consiguiente, político también.