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Ha llamado mi atención, que encontrándonos a comienzo de las actividades escolares del presente año, ya en los diarios más importantes de Santiago han comenzado a aparecer ofertas para postulación de niños preescolares a colegios. Esto me ha hecho reflexionar nuevamente acerca del tema de la elección de colegios; lo que implica para los padres y también para los niños.

Eva Selowsky, psicopedagoga

Ha llamado mi atención, que encontrándonos a comienzo de las actividades escolares del presente año, ya en los diarios más importantes de Santiago han comenzado a aparecer ofertas para postulación de niños preescolares a colegios.
Esto me ha hecho reflexionar nuevamente acerca del tema de la elección de colegios; lo que implica para los padres y también para los niños.
Sin duda, una de las tareas más importantes en la etapa preescolar es el juego.

El juego espontáneo, donde el niño puede expresarse en forma libre.

Es su espacio, un espacio fundamental de creación personal en que el niño elabora situaciones que le han sido difíciles y donde se logran desarrollar múltiples habilidades, especialmente aquellas que tienen que ver con desempeño de roles, desarrollo de funciones de pensamiento y atención y concentración.

Cuando un niño juega y es interrumpido por llamados de sus padres, ellos no responden, no escuchan.

Están concentrados en lo que hacen.

Entonces cabe preguntarse ¿hay tiempo para jugar cuando los niños inician su vida en el colegio?
Si pensamos en lo que sucede en nuestra sociedad veremos que hoy el acento está puesto en el exitismo.

Esto se traduce en grados, post grados, doctorados y post doctorados.

O sea la persona nunca termina de estudiar.

El objetivo es la perfección, o la casi perfección, lo que es imposible de lograr.

Entonces surge nuevamente una pregunta ¿El individuo es feliz con esto? o ¿acarrea más ansiedad y frustración?
Werner Loch dedicado a la investigación en educación señala al respecto "?.En la medida en que las facultades y talentos, motivos e intereses, desarrollo y educación, y hasta la evolución del género humano en general se convierten en función de los procesos de aprendizaje (o sea, dependientes únicamente de rendimientos pedagógicos), en esa misma medida aumenta la tendencia a negar teóricamente y suprimir prácticamente los determinantes filo y ontogenéticos del aprendizaje humano, pero también las normas morales que deben servirle de guía.

*el life long learning* (aprendizaje permanente) al cual está condenado el hombre post industrial en el incesante cambio de sus condiciones socioculturales, como *homo discens*(hombre que aprende), no ofrece tan sólo la posibilidad de una continua autorrealización y mejora de status, sino que, como *obligación de aprender*, implica también el peligro de una perpetua dependencia y falta de autonomía.

Quien nunca terminó de aprender está siempre inacabado.

Quien nunca terminó de aprender una y otra vez nunca llega a sí mismo.

Semejante carga continua tiene que provocar inhibiciones de aprender en la medida que los afectados ya no encuentran ningún sentido práctico para su vida en las exigencias del aprendizaje, a las cuales no puede hacer frente y que ya no le ofrece estímulos satisfactorios."?.
Estas reflexiones parecen algo fuera de lugar en algo tan básico como la elección de colegio.

Sin embargo, está en la mente de algunos de los padres en el momento de elegir un colegio, porque el fin último es el logro de una profesión y el éxito en ésta.

Por lo tanto, determina de alguna manera la elección del establecimiento educacional.
A los padres que nos leen, los invito a reflexionar en torno al tema.


No hay duda que la elección de colegio genera gran ansiedad en Uds.

los padres porque al hacerlo tienen que definirse en función de sus ideales, filosofías de vida y unirlas a las expectativas que se hicieron de su hijo casi desde el momento de la concepción.

A esto se agrega la presión externa de familiares, amigos y de la sociedad toda.
Además, al elegir un colegio hay muchísimas variables que Uds. considerarán y éstas varían de una familia a otra.

Aquellos que tienen más de un hijo, evidentemente preferirán que todos vayan al mismo establecimiento, por algo lo eligieron y también les resultará más fácil organizarse.

Esto es comprensible, pero no siempre será lo más adecuado para todos sus hijos.


Tal vez lo más importante en el momento de la elección sea "ver al niño".
Cada uno de sus hijos es diferente y Uds.los padres intuyen dónde éste se sentirá más cómodo.

¿En un colegio grande?, o ¿tal vez le acomodará uno más pequeño? Lo fundamental, es que el colegio pueda acogerlo con sus potencialidades y sus dificultades y éstas Uds.

las conocen.

En ese sentido vuestra intuición es importantísima y les sugerimos considerarla.


El niño por ser un individuo en desarrollo, sufre las vicisitudes del cambio, por lo cual las habilidades necesarias para adquirir conocimientos del "mundo de los grandes" no siempre son armónicas.

Las dificultades que pueden ser académicas, sociales o de comportamiento, van a generar en el niño pequeño muchas frustraciones, sentimientos de incapacidad y de rechazo por parte de sus iguales.

También podrían sentir incomprensión por parte de sus padres que no logran entender lo que sucede.
El niño ansioso por la presión escolar podrá sentir dolor de estómago o de cabeza y puede enfermar cada vez que haya prueba.
Los padres intuyen cuando un hijo es más inmaduro.

Se dan cuenta que a veces tiene necesidades que aún no son compatibles con un aprendizaje demasiado exigente o en un colegio extremadamente grande.

Es entonces, donde hay pensar que el colegio que es excelente para uno de los hijos no tiene porque ser el mejor para todos ellos.

Para algunos lo será, pero para otros, que tienen otras necesidades será motivo de frustración, sobrecarga y finalmente una experiencia penosa que genera gran ansiedad, y la ansiedad dificulta el aprendizaje...
Hay que recordar además que uno de los objetivos más importantes de los primeros años de escolaridad, fuera del aprendizaje de la lecto escritura y las operaciones aritméticas, es la motivación y el encanto por el conocimiento, y estas ansiedades lo impedirían.
Mencionaré nuevamente a Werner Loch quien plantea: "?si el aprendizaje despierta más angustia que placer, tampoco se aprenderá a pensar.

Y si el pensar se halla bajo la impresión de sentimientos depresivos, el aprendizaje pronto carecerá de motivación".

Agrega además: "La comunicación pedagógica sólo se logra si en todos sus niveles el intercambio cognoscitivo corre paralelo a una satisfacción emocional de todos los participantes".
En este sentido, no sólo el niño debe encontrarse satisfecho con sus logros, sus profesores y padres también.

Esto resulta improbable cuando la elección de colegio no ha sido la adecuada.

 

 

 

 

Importante es pensar también en cómo se sentirán como apoderados.

Esto en relación a la socialización con otros padres del establecimiento.

Esto los llevará a tener que tomar en cuenta sus intereses, ideas, religión, idioma, etc.
El colegio de una u otra manera debe estar en sintonía y armonía con el estilo familiar de cada uno de Uds.

Para un niño cuyos padres crean un estilo familiar informal, donde los límites son flexibles, donde las exigencias no son exageradas, se debe elegir un colegio con características relativamente similares, pues de lo contrario se crearán situaciones de stress y podrían producir confusión en el niño.
En cambio familias con estilos más formales y restrictivas podrán elegir esas características para el colegio de sus su hijo.
Familias menos religiosas no debieran postular a colegios religiosos pues habría incongruencia.
Otro punto importante que deben considerar es la distancia entre el colegio y el hogar, ya que la actividad escolar para el pequeño comienza realmente desde el momento en que se levanta en la mañana para ir a clases.


Entonces, si las distancias son enormes, la ida y vuelta será una exigencia más, por la fatiga que el traslado implica.